Por lo tanto, no es esto si no lo otro y lo otro no puede ser esto o si no sería lo otro.
Somos testigos de formas poco delicadas de manipulación, por parte de algunas esferas. En forma intencional se pretende presentar dos opciones contradictorias, como las únicas factibles, ocultando alternativas o evitando hablar de las causas que provocan estas contradicciones.
Pero antes de eso, un entremés de estrés policíaco.
“El cabo Raúl Quintanilla ha sido golpeado en forma intensa, violenta (y excitante para algunos) en la parte superior de su blindada existencia”. Raúl pareciera una buena persona, sin embargo, su actitud reflexiva y abstraída ante la vida, le fue cobrando el plazo feroz de sus lapsos estudiantiles. Sin mayor talento que el de seguir órdenes, se hizo a la tarea de convertirse en policía. Ayudaría a otros siendo un cabo de carabineros. Debió ser duro para él verse enfrentado a las mandatos que le diera su teniente, el cual huele bien, posee uñas perfectas y pertenece a la clase social que imparte las órdenes.
Lo que fue una buena idea en el principio se transformó en precipicio donde fue arrojado por el empuje y puje de sus capitanes. Raúl no se imaginó nunca que su trabajo consistiría en apalear niños que exigen una mejor educación. “Entonces, ese día, cuando los vio avanzar hacia él, abrió los brazos y se entregó a su destino de puntetes en el hocico. Su escudo lleno de sangre, su garrote lleno de cabellos humanos, sus manos sudorosas de tanta hormona juvenil manoseada ardió en sus palmas o la cronología trágica de una víctima de las circunstancias.
La otra versión podría ser que prácticamente toda su vida fue un don nadie, un abusador, un manipulador y los rasgos de psicópata le hacían pucheros en el rostro cuando tenía la oportunidad de electrocutar un gato o torturar pollos en su patio y esto de salir a golpear estudiantes podría darle la oportunidad de lubricar legalmente, de una vez por todas, las venéreas bisagras aceitadas de sus deseos insatisfechos.
Pero, volviendo al pésimo hábito de manipular a la opinión pública mostrando sólo dos versiones de un hecho:

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También en este caso se podría sospechar que Raúl estaba o parecía, con sus funciones vitales, un tanto, idas. Como a la deriva, como lento, como si hubiese estado ingiriendo, bebiendo, tragando un algo. Quizás de ahí emanó la quietud de “póngale Wendy, que ni siquiera los siento”
La brutalidad que muestra la policía No es normal, No lo es. Para que un ser humano llegue a un estado de ese cariz se necesitan muchos agravantes, por ejemplo estar drogado, por ejemplo, ser un carnicero itinerante. ¿Cómo reaccionan estas personas si uno de sus hijos les da un grito? ¿Cómo son los castigos en sus casas? ¿Van subiendo en forma gradual, gradual, hasta que no queda oxígeno para pronunciar crítica alguna? No creo.
Bueno y de objetividad y cómo presentar correctamente una versión imparcial de algún hecho, seguiremos hablando el próximo domingo.
Andrés Bianque Squadracci.
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Pd: ¿Y la brutalidad de los estudiantes es normal? No, tampoco. Ojalá las cosas se arreglarán simplemente conversando en un sillón establecido, pero así no funcionan las cosas en estos lares.