El modo más evidente en que algo desaparece es en tanto que dejar de ser. La desaparición es, en un primer sentido, ontológica, pero, por ello mismo, es también sensorial, es decir, alude al pasar del ser al no-ser con la consecuencia de “dejar de ver”. En estos casos, algo sale de la vista como consecuencia del hecho de que ha dejado de existir. La desaparición aquí tiene algo de definitiva e irreversible. Un número importante de Centros de Detención y/o Tortura fueron destruidos. Dicha destrucción se llevó a cabo por diferentes medios: algunos activos y otros pasivos. El desmantelar, el demoler, son acciones, mientras que el abandonar es una omisión.(1)
Los centros de detención y tortura jugaron un rol fundamental en la política del terror imperante durante los 17 años de dictadura militar chilena (1973 y 1990). Fueron cerca de 1.168 lugares públicos y privados implementados con propósito de perpetrar, en forma sistematizada y en total impunidad, delitos de terrorismo de Estado, persecución política, tortura, secuestro, homicidio, desaparición forzada e inhumación ilegal, entre otros crímenes.
De regimientos a comisarías, de bases aéreas a casas de fundo, de retenes a escuelas y edificios públicos, de buques a casa particulares, cada uno de estos lugares fue utilizado por los servicios de seguridad. A lo largo del país se establecieron lugares “públicos” (Estadio Nacional, Isla Dawson, Pisagua, Chacabuco, Isla Quiriquina, Cuatro Álamos, etc.) y “secretos” (Villa Grimaldi, La Firma, Colonia Dignidad, Venda Sexy, Londres 38, José Domingo Cañas, etc.), destinados a la detención, procesamientos, torturas y asesinatos de los opositores a la dictadura militar.

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La represión fue a tal escala, que a lo largo de su terrible historia contó con la participación de miles y miles de miembros de las fuerzas armadas, policías y civiles (torturadores, médicos, enfermeras, secretarias, chóferes, pilotos, mecánicos, informantes y delatores), de los cuales, un porcentaje ínfimo recibieron algún tipo de sanción por parte de la justicia.
Los centros se convirtieron en una verdadera “industria de la tortura y la desaparición forzada”.
Los Servicios de Inteligencia de las Fuerzas Armadas y de Orden se involucran desde un principio en las acciones represivas. A fines de 1973 el Ejército poseía el Servicio de Inteligencia (SIM); la Fuerza Aérea (SIFA); la Armada, el Servicio de Inteligencia Naval (SIN), y el Cuerpo de Carabineros, el Servicio de Inteligencia de Carabineros (SICAR). También el Servicio de Investigaciones de Chile poseía un departamento de inteligencia. Siendo todos estos los organismos que practican los interrogatorios y la tortura en contra de los detenidos después del golpe.
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El Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA) participó desde un comienzo en acciones represivas, caracterizándose por su alto grado de refinamiento en la aplicación de torturas. Hasta 1976 es el servicio de inteligencia más “eficiente” después de la DINA. Estaba compuesto por oficiales, suboficiales, soldados y conscriptos. Entre sus efectivos se encontraban también militantes del movimiento nacionalista «Patria y Libertad».
En el año 2011, un informe oficial elaborado por la Comisión Valech que investiga los abusos a los derechos humanos en Chile en las décadas de 1970 y 1980, reconoció oficialmente el número total de víctimas entre ejecutados, desaparecidos y torturados durante los 17 años del gobierno de Pinochet, siendo 40.280 las víctimas de la dictadura, entre ellas 3.095 asesinados y desaparecidos. Sin embargo, siguieron pendientes alrededor de mil procesos por violación de derechos humanos. Para elaborar el informe fueron recabados los testimonios de más de 32.000 personas (2).
Centros de Detención y tortura en Chile por Región (Documento)
Documental “Lugares Desaparecidos. Rastros de los Centros de Tortura y Exterminio en Santiago”.
El trabajo fue realizado en el marco del proyecto Fondecyt “Campos de prisioneros en Chile. Reconfiguración de los lugares y las subjetividades” a cargo del Dr. José Santos Herceg. Fue dirigido por Iván Iturriaga, producido por Mario Montano y editado por Majo Calderón.
Fuentes:
(1)”Los centros de detención y/o tortura en Chile. Su desaparición como destino”. José Santos Herceg, Dr. en filosofía, académico investigador de la Universidad de Santiago de Chile.
(2) Ecured