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“Vamos chilenos”: otro aletazo desesperado de la élite. 

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En el marco de la cruzada “Vamos chilenos”, se efectuó una reunión entre Mario Kreutzberger –Don Francisco– y ciento diez alcaldes y alcaldesas de todo el país, donde participaron además personajes de la talla de Ignacio Sánchez –Rector de la UC– y Enrique Correa -operador político-. La cita buscó, en palabras del alcalde de Huechuraba y vicepresidente de la Asociación chilena de Municipalidades, Carlos Cuadrado Prats, poner en el centro a las y los adultos mayores, junto con reconocer la labor del personal médico. Así es como a pesar de que han pasado solo 150 días desde que se apagaran las luces de la última Teletón, Don Francisco se resiste a abandonar la pantalla y su rol articulador entre el empresariado, la clase política y la ciudadanía.

La novedad de “Vamos chilenos” radica en que contará con la participación principal de las y los actores políticos que han sabido sortear de mejor forma –según los medios de comunicación– la crisis política post Estallido social y que han tomado un rol fundamental en la pandemia, la denominada primera línea del Estado frente a la crisis: las y los alcaldes.

Pero cabe preguntarse, ¿a qué responde la urgencia de realizar otra Teletón cuando hace solo 5 meses atrás, al inicio de la pandemia, se recaudaron $39.835 millones de pesos bajo este mismo mecanismo? Y es que resulta necesario atender a la legitimidad y el objetivo de este tipo de causas benéficas, más cuando las familias chilenas aún sobreviven gracias a su seguro de cesantía. ¿Es legítimo acaso que constructoras como EBCO, que a pesar de acumular ventas anuales de 700 mil millones de dólares –lo que equivale a 17 teletones-, suspendieran pagos a 1.984 directivos y subcontratistas, afectando a miles de trabajadores, para luego entregar, con el patrocinio de la Municipalidad de Huechuraba, 200 gifcard de $100.000 en la comuna? ¿Es esto realmente solidaridad, o más bien un instrumento para seguir estirando el chicle de la “unidad nacional” como una respuesta desesperada a la crisis de hegemonía que arrastra el neoliberalismo chileno?

Dicen que las Mineras “mueven montañas”, pero también mueven a gobiernos autodeclarados como ecologistas, mueven a los medios que lavan su imagen, a las corporaciones “culturales” que “entretienen” con cuanta exposición, concierto u obra de teatro, disfrazando el terrorismo empresarial que cotidianamente destruye lo poco que va quedando. Lo que no se mueve, es un pueblo adormecido por la droga mediática y enfermo de individualismo....Por Cefiro Humor Gráfico

 

A fines del siglo 20, la popularidad y redes de Don Francisco hicieron que, en un periodo alejado de las sonrisas y abrazos como lo fue la dictadura cívico-militar, se diera inicio a la fiesta de Chile, pues a través de aquel bálsamo, empresas, figuras de la sociedad civil, artistas y canales de televisión lograron que se volcara la atención a esta gran obra benéfica que aglutinaba al país en un solo lema: la transversalidad de la “solidaridad”, mientras se detenía, torturaba y desaparecía a los sectores disidentes. Pero, ¿quién se atrevería a criticar tal obra ante el evidente abandono del Estado? Difícil, pues la Teletón ayudó a tejer la legitimidad del mercado en desmedro del rol del Estado como eje orientador de las distintas dimensiones de la vida social. 

Durante los 90´s, criticar a la Teletón era mal visto. Hoy, aquellas posibilidades se abren como un sinnúmero de otros temas más. En este sentido, las y los alcaldes que se hacen llamar progresistas deberían pensar bien si su posición será estar junto a Mario Kreutzberger como defensores simbólicos del modelo, o si prestarán más atención a lo que está sucediendo en sus comunidades locales, quienes han debido enfrentar la pandemia en condiciones de hacinamiento, muchas veces a pasos de megaproyectos inmobiliarios, como ocurre en la comuna de Huechuraba, administrada por el vicepresidente del PPD y uno de los ediles más votados de la oposición durante la última elección.

Ante estas dos aseveraciones, urge transparencia y más aún, respeto para las comunidades. Naturalmente, surgen cuestionamientos legítimos a las y los alcaldes por reuniones como estas. En el caso de la comuna de Huechuraba, el alcalde Carlos Cuadrado Prats debe asumir que, si se quiere subir al tren de un nuevo Chile, debe transparentar a las y los pobladores en qué ha gastado la inyección por parte del gobierno central de cerca de 1.000 millones de pesos para enfrentar la pandemia, o por qué tras el estallido decidieron cortar las transmisiones en vivo del Concejo Municipal sin retomarlas durante la pandemia.

Las y los alcaldes deben entender que la primera línea en los territorios han sido las y los pobladores que han enfrentado la crisis con sus propias manos a través de ollas comunes, rifas, canastas y fumigaciones solidarias, entre otras iniciativas desde la propia generación de recursos. Como se ha replicado estas últimas semanas, ante la puesta en marcha de la próxima cruzada “Vamos chilenos”, Chile ya está ayudando a Chile y hace un largo rato. Hacia allá debemos volcar la mirada.

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Por Matías Rodríguez Galaz, Licenciado en sociología UAHC. Poblador de la población La Pincoya. 

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