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Esta semana que pasa tanto en Chile como en Argentina siguieron los desalojos de poblaciones precarizadas: en Temuco y en Guernica las fuerzas policiales destrozaron nuevamente hogares improvisados en terrenos recuperados, y detuvieron y torturaron a sus habitantes.
En ambos territorios tomas y campamentos se multiplicaban ya mucho antes de la pandemia; en Chile, incluso, antes de las revueltas del 2019, ya se venían incrementando exponencialmente.
¿Y cuál es la respuesta de los gobiernos hacia 2021?

Criminalización, represión y pillaje en nombre de la propiedad capitalista: en Chile, para proteger a forestales monocultivantes e hidroeléctricas, y, en Argentina, para dar pie a la construcción inmobiliaria de un Country$Club, perteneciente a un puñado de empresarios que se benefició de su última tiranía.
En el ‘caso argentino’, al parecer, esto ha servido para despertar un poco más respecto de la socialdemocracia neoperonista-kirchnerista; creo que ha hecho cuestionar a gran parte de la cabezas ‘progresistas’ transandinas, inoculándole algo así como un sentimiento ácrata en el pecho -que, dicho sea de paso, espero que cobre su potencia.

En el ‘caso chileno’, después de uno de los desalojos a comunidades mapuche, es asesinado con armamento altamente sofisticado -aún no se sabe por quién- un carabinero, justamente, mapuche: Eugenio Naín Caniumil -si bien los medios de incomunicación y la politiquería oficial prefieren omitir su segundo apellido, pues, de alguna forma retorcida, no les conviene, justo días antes de la Acusación Constitucional en contra del Ministro del Interior y Seguridad Pública Víctor Pérez.
Entonces, la Piñechetist Company se apura en capitalizar el asunto: conferencias de prensa condenando el hecho por el General Director Mario Rozas, anuncios de todo tipo, y, Piñera, yendo a un responso oficial para ‘acompañar a Carabineros y a la familia del cabo’.
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¿No se ve todavía la perversión dueñista y la reproducción de las prácticas barbáricas imperialistas en nombre de la civilización y la democracia?
Ante tal perversión, la Coordinadora Arauco Malleco saca un comunicado, en que lejos de asumir la responsabilidad, culpa de la muerte del policía y del estado de guerra actual al Estado piñechetista, y, además, reafirma las ganas de seguir en aquel estado de guerra en contra del Estado.
Termino de leer el comunicado y pienso en cómo la segregación territorial suma y sigue en ambas laderas del sur de la Cordillera de Los Andes: es como que diera lo mismo que allá se haya ido Macri y que acá se haya aprobado cambiar la Constitución de Pinochet.
Es obvio.
En eso estoy, redactando esas líneas, cuando la abundancia de la primavera me reafirma que lo que importa es que aprendamos a vivir en comunidad con sus leyes de crecimiento y no seguir tratando de imponer las leyes del capitalismo devastador a la tierra y sus comunidades, así que, mejor, me voy a cosechar un poco humus del compost para los transplantes de noviembre.
Por : Jorge Gutiérrez Pizarro
Jorge Gutiérrez, nace en Coquimbo, Chile, el año 1991. Escritor y Docente de Filosofía. Desde el 2016 pertenece al colectivo de performance Proyecto Ágora Viva. En diciembre de 2019 publica el libro Pero grullo tan gente y próximamente publicará un nuevo compilado de textos políticos llamado Quincha. En la actualidad reside en Chillancito, Ñuble.
Foto portada Página12