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Cada vez que veo la película “Perros de la Calle” (Reservoir Dogs), no deja de sorprenderme que haya sido la ópera prima de Tarantino. Lo interesante es la relación de todos los rufianes de la banda, su relación de cooperación-competencia, y sus sospechas mutuas. Sus diálogos son delirantes pero superficiales, y no hay nada profundo en ellos, excepto la ambición por el botín. Podríamos hacer un símil entre estos “Perros de la Calle” con los “Perros sin Calle” del gabinete de Piñera y que ahora pretenden ser candidatos presidenciales. A ellos tendríamos que sumarle otros perros del sector: El violento y bravucón doberman (JAK), la desequilibrada y nerviosa poodle (Matthei), y Lavín (mezcla de labrador y ornitorrinco). Ninguno de ellos, por cierto, tiene calle, aunque uno exhiba impúdicamente sus tatuajes, y otro pretenda actuar como un ciudadano normal “viajando en metro”.
Volviendo al trabajo de Tarantino, éste logra una exploración de distintos arquetipos de hombres y las peleas entre sus egos. Lo mismo podríamos hacer respecto de los ex ministros de Piñera: Está el supuesto líder rudo pero ignorante, que pretende renovar a la derecha, aunque en su epidermis lleva los signos del pinochetismo (y no me refiero a tatuajes). A pesar de que Hugo Herrera le prenda velitas, Desbordes sólo es una version descafeinada de Sergio Onofre Jarpa aunque sin latifundio, e igual que el viejo líder, es un nacionalista con tintes populistas y un profundo amor por sus Carabineros y FFAA. Tenemos a otro más intelectual y pragmático, al tecnócrata de Hernán Briones, que también sería una versión renovada de Hernán Büchi, otro ex ministro de Hacienda que pretendió ser la continuidad de la dictadura, teniendo como generalísimo a un joven Sebastián Piñera, aunque él dijo haber votado por el NO (su primera gran mentira en su larga carrera política). La mejor definición de Briones la realizó su amigo Felipe Kast: “Hernán será un gran candidato porque es un antipolítico”. El supuesto liberal es, sobre todo, un “libertario neoliberal”, un antipolítico, que no le interesa el sentido de comunidad o el bien común, y eso quedó de bastante de manifiesto con su negativa a subir el IFE y solo otorgar una ayuda estatal de $65.000. Solo un tipo indolente, un libertario anti estado, actuaría con ese nivel de tacañería y tan desconectado con la miseria que padecen millones de chilenos. No contento con eso, también le bajó el presupuesto a los ministerios de Cultura y de Ciencias (para qué derrochar dinero en innovación en estos momentos, habrá pensado Briones con su calculadora, mejor que otros países profundicen en ciencia, salud y tecnología).
De Sichel, no hay mucho que agregar, además de su pésima gestión en CORFO y BancoEstado. El personaje es tan insustancial que no le daría ni para un cameo en una película de Tarantino. Es una burda creación de la “encuestadora Cadem”, del medio electrónico ElDínamo, de Mariana Aylwin y su círculo de poder y del siempre siniestro Andrés Chadwick. Lavín será un camaleón, pero al menos ha militado toda su vida en un mismo partido, Sichel en cambio, partió con “la patrulla juvenil de la DC”: (Undurraga, Rincón, etc), luego saltó a Ciudadanos, el protopartido de Andrés Velasco, (tecnócratas progres infiltrados en la Concertación y el gobierno de Bachelet), concluye como el “niño meritocrático” de Piñera, y termina junto a los poderes fácticos de la UDI. Una gran regresión ideológica, si es que tuvo una ideología alguna vez. Aunque él se define como un liberal demócrata: “Soy un liberal de centro de hace muchos años (…) hay tantas dimensiones del liberalismo, yo me siento un liberal comunitario”. El sujeto es la encarnación de lo fatuo e insustancial, y en ese sentido se asemeja mucho al fenómeno Parisi de hace unos años atrás, que obtuvo un buen caudal de votos de ciudadanos “apolíticos”, gracias a su don de no manifestar gran profundidad en su discurso.

Evelyn Matthei, quien no se caracteriza precisamente por su diplomacia, ya definió a Sichel como el candidato de los empresarios y de Libertad & Desarrollo. Aunque me aventuro a pensar, que tanto los empresarios como L&D optarán finalmente por el perro que tenga más opciones en esta carrera de galgos, y ese es Lavín. Y si bien en política puede ocurrir cualquier cosa, lo único cierto, es que ninguno de todos estos “Perros de la Calle”, tiene realmente calle.
Por Cristián Martínez Arriagada, Cientista Político