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LA CRISIS CAPITALISTA: UNA AGONIA MAL ADMINISTRADA

"La crisis de legitimidad y de representación política e instiue se abre de forma franca el año 2011, hoy no sólo se ha profundizado, sino que se muestra como una clara fase de deterioro y descomposición política del capitalismo como un todo".

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“Los efectivos de revolucionarios activos resultan demasiado
insignificantes para concentrar en sus manos la influencia sobre
toda la masa obrera en efervescencia y para dar a todos los dis-
turbios, aunque sea un asomo de armonía y organización… Los
círculos y los revolucionarios no están unidos, no están agrupa-
dos, no constituyen una organización única, fuerte y disciplina-
da, con partes metódicamente desarrolladas.”

(El Quehacer. Lenin 1901-1902)

¿Sabemos sobre qué escenario estamos exactamente pisando?, ¿Tenemos certeza acerca de las características del periodo político actual que se ha configurado?, Pensamos, que por el enorme cúmulo de acontecimientos que se han dado en el panorama nacional como internacional, no es para nada inútil, hacernos estas preguntas.

PANDEMIA Y AUTORITARISMO

La situación política actual, nos obliga a pensar en voz alta, nos exige que expresemos de forma clara, el cómo estamos viendo y entendiendo lo que hoy ocurre en el escenario de los antagonismos y enfrentamientos de clases en el Chile de hoy. No podemos en estas horas de desgarramiento y de afrenta a la conciencia de los trabajadores y el pueblo, callar y eludir el juicio necesario en contra del bloque dominante, que presentado públicamente un show entre oficialismo y oposición, pretenden hacernos creer, que no están en acuerdo con las políticas criminales que surgen y se aplican desde el gobierno en contra de las necesidades y de la vida misma de las mayorías nacionales, que permanecen enfrentadas a un cerco social extremo, disfrazado de medidas sanitarias que se dictan para controlar la rabia y el descontento que continúa latente desde octubre del 2019. Debemos decir categóricamente, que las condiciones de explotación, opresión y abuso contra los sectores dominados, se mantienen inalterables. El gobierno, en una complicidad manifiesta con la elite política, permanece con los bolsillos cerrados, cuidando y apropiando para sí, las platas de todos los chilenos. No ha habido medida notable en función de aliviar la situación económica tremendamente difícil en que se debate casi el 80 % de la población, que no sea la vergonzosa y descarada política, de recurrir a los propios recursos previsionales y de seguro social que poseen los trabajadores.

Lanigrafía: Violeta Parra

La crisis de legitimidad y de representación política e instiue se abre de forma franca el año 2011, hoy no sólo se ha profundizado, sino que se muestra como una clara fase de deterioro y descomposición política del capitalismo como un todo. El bloque dominante, sabe con absoluta propiedad que todo este periodo de gestión política, está totalmente deslegitimado a los ojos del pueblo. Sin embargo, la contraparte dialéctica de este cuadro político, se traduce insuficientemente en grados de conciencia democrático-reivindicativa que corresponde a un estadio básico de comprensión de lo que hoy está en juego y por lo mismo, no rebasa la lucha por la redistribución de los ingresos y el recuperar mejores niveles de vida en lo económico y social. Es necesario decir, por lo tanto, que el descontento generalizado, como también el acento radical que tuvo el levantamiento popular, no conllevaba el objetivo de derrocar el gobierno o provocar una caída severa del poder político. Si bien es cierto, que en las demandas estuvo explícita la enuncia de Piñera, el propio término invoca unaalida institucional contraria a un quiebre o desborde político-social. Nos parece importante atender, la forma concreta que toma la coyuntura, para establecer un análisis coherente con las dinámicas reales que expresó el levantamiento popular y lo relativo a un proceso más acelerado de acumulación y constitución de fuerzas, como a la vez, detectar la oportunidad de configurar el instrumento que direccione la lucha con una perspectiva estratégica. Nos parece que, a pesar del carácter del levantamiento y la profunda alteración política que provocó, no fue posible, un salto cualitativo en los niveles de conciencia y definir a partir de ahí, en un corto trecho de tiempo, una vocación de poder con objetivos tácticos y estratégicos claros y realizables.

Dado el profundo descrédito que vive la clase dominante y sus aliados, la única alternativa para manejar esta crisis de legitimidad política, y así lo han asumido, es responder con medidas altamente represivas, exentas de protocolos legales y superando en el plano operativo las técnicas disuasivas, ejercitando de lleno choques marcadamente agresivos y criminales contra la población. Así y todo, no estamos frente a instituciones policiales y armadas autónomas del poder civil o político, estamos enfrentados a una política de Estado, claramente originada y estimulada desde el gobierno, el parlamento, el Ministerio Público y el Poder Judicial, en una complicidad tácita de clases y bajo el marco orientador de una Estrategia de Contrainsurgencia. Uno otro actor institucional, adquiere resonancia o protagonismo en la actual coyuntura, dependiendo de las espuestas que somos capaces de expresar en contra de estas formas represivas.

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Nos parece entonces, que unos de los factores claves del repunte o desenvolvimiento de la lucha obrera y popular, es el factor de las ideas, “la revolución es hija de la cultura” decía Fidel, y con ello quiso decir, que las grandes transformaciones no se podrían realizar si no quedan previamente trazadas en ideas que perfilen o perspectiven esos grandes cambios. Sin embargo, tampoco es posible que esas ideas se configuren dando lugar a tácticas de lucha o estrategias de poder, si no arrancan exactamente de las condiciones materiales concretas en las que se asienta la lucha de clases y particularmente de las situaciones de opresión y explotación de los sectores dominados. En ese sitio de la historia los revolucionarios deben poner los ojos y desde allí extraer los objetivos, los postulados y los principios de la emancipación social. En todo caso, es necesario detener la reflexión en el plano de lo táctico, para definir con rigor científico el cómo se opera en las condiciones actuales, cuando a contracorriente, nos enfrentamos al fenómeno de la extendida enajenación que se encuentra presente en los territorios geográficos y sociales de nuestra clase.

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No es posible componer un análisis relativo a los procesos de acumulación de fuerzas, si no saneamos determinadas categorías, y que desde su significación otorguen a estos procesos la justificación política e histórica que responda dialécticamente a la relación necesidad / posibilidad, como norte seguro de captación de fuerzas, para reparar los déficits de conducción revolucionaria, como también de conformación del sujeto histórico. Pedagógicamente hablando, diremos que, el ultra-izquierdismo saca la fruta cuando está verde, el reformismo la saca cuando está podrida y los revolucionarios la sacan cuando está madura. Dicho esto, cómo entonces atender de manera correcta y eficaz la tarea de sumar, considerando el hecho de que la correlación de fuerzas en estos momentos nos es desfavorable. Sin duda que lo primero, es identificar las canteras que tenemos para relacionarnos con el mundo social y político y ver que ofertan como realidad potencial de construcción de fuerza. Al r e s p o n d e r nos, debemos tener como antecedente la contrarrevolución que se impone con el golpe de 1973 y la segunda derrota que se nos inflige el año 1986. El pacto inter-burgués que se instala con “El Acuerdo Nacional” contando con el respaldo del Departamento de Estado Norteamericano, luego de un costoso rearme ideológico, abre una nueva fase de desmantelamiento de la conciencia de clase, comenzando con las tentaciones que provoca la Alianza Democrática a los sectores del reformismo, que sostenían aún su militancia en los partidos del Movimiento Democrático Popular (PC, PS).

Dos momentos definieron estas tentaciones: la consigna levantada por la Alianza Democrática por “Elecciones Libres” a partir de 1987 y la que levanta el Partido Comunista ante la coyuntura del Plebiscito del SI y el NO del año 1988 y que expreso claramente la capitulación del PC ante la salida burguesa a la crisis y cuya consigna fue el “NO hasta Vencer”. En este momento comienza el declive del movimiento obrero y popular, y como efecto del periodo de reflujo que se abre, van tomando forma los fenómenos de atomización orgánica, fragmentación social y dispersión ideológica. Todo lo que ocurre de retroceso social, político, teórico e histórico, se contiene en estos fenómenos y que cruzarán aproximadamente tres décadas, definiendo diversas variables de adversidades, trabas y conflictos que han expresado hasta hoy, lo que el marxismo ha nombrado como las contradicciones en el seno del pueblo (de la clase).

Lanigrafia: Violeta Parra

A diferencia de contextos anteriores, cuando la izquierda y los revolucionarios formaban parte indisoluble del Movimiento Obrero y Popular, y este movimiento se caracterizaba por los elevados niveles de conciencia de clase, además de la sólida experiencia organizativa ganada en los frecuentes enfrentamientos con su enemigo, la burguesía. Contextos en los que recurrentemente hablábamos de desviaciones como el dogmatismo, el infantilismo, el sectarismo y muchos etcéteras, que se relacionaban con nuestra concepción teórica: el Socialismo Científico. Era por lo tanto de coherencia absoluta opinar autocrítica y críticamente, de postura leales a los principios o de traiciones o posturas renegadas cuando militantes o fracciones de militantes se apartaban de esos principios. A diferencia de esos contextos -decíamos- hoy las referencias teóricas no lucen claras y prístinas. Amén de lo anterior, el largo periodo de duración de los fenómenos mencionados, generaron dificultades prácticas a los procesos de rearme de la conciencia y por el contrario se creó un vacío de conducción que dio lugar a una suerte de analfabetismo cultural, al darse una ruptura y discontinuidad con los relevos formativos. Sería inapropiado tildar de dogmático, sectario, infantilista o renegado, a quien o a quienes, no manejan ni poseen dominio de la teoría revolucionaria en lo que esta tiene de consistencia científica y complejidad para servir como herramienta de análisis y de transformación de la realidad.

Con qué contamos pues, para acumular y constituir la fuerza que necesitamos para realizar las transformaciones revolucionarias que nuestra sociedad requiere. Considerando los efectos del periodo de reflujo y sumando todas las gestiones de la Concertación y la derecha en los cogobiernos con el parlamento, como asimismo, el rol auxiliar de otras instituciones del Estado reforzando los intereses de los grandes capitales (superintendencias, controlaría y SII), debemos aceptar que el desequilibrio inestable presente en la lucha de clases, muestra descarnadamente que las condiciones objetivas están más que dadas, para agudizar las contradicciones y conducirlas a formas superiores de enfrentamientos. Sin embargo, la sola presencia de un factor no es suficiente para arribar a condiciones cualitativamente más avanzadas, es necesario que unido al factor objetivo se desplieguen favorablemente las condiciones subjetivas, pues estas encarnan la voluntad y decisión de cambios. Por lo mismo, volviendo al tema de las canteras de la acumulación de fuerzas, afirmamos que existen dos vastos espacios para la tarea de disputa política y social. Por un lado, tenemos los diversos sectores sociales, con una evidente heterogeneidad ideológica y política y de otro lado las bases orgánicas del reformismo en su variable popular y pequeño-burguesa. No es posible buscar y luego encontrar otros segmentos sociales a los cuales convocar a la lucha revolucionaria. Es lo que hay -lo plantea el dicho vulgar- que llama a resignarnos con la extendida realidad de enajenación que domina en los espacios sociales del campo obrero y popular, una alienación que complica hasta el extremo la conexión ideológica con nuestros propios hermanos de clase, que hoy se manejan con los códigos y condicionamientos culturales que la maquinaria ideológica del capitalismo hace rato metió en sus cabezas, y de otra parte, están los sectores que hoy conforman las bases del reformismo, sectores ya politizados y que conocen ciertas categorías básicas para analizar y comprender la realidad, lo cual facilitaría en mucho, acercamientos y relaciones para dialogar, debatir o poner en común juicios sobre la situación política y comenzar procesos elementales de unidad y convergencia clasista.

PERSUADIR Y CONVENCER

Lanigrafia: Violeta Parra

Los procesos destinados a producir grandes transformaciones en las sociedades, deben ser necesaria y obligatoriamente procesos capaces de convocar, entusiasmar y estimular a las grandes mayorías, y sin las cuales esos procesos están condenados al fracaso. Pero para realizar esa gigantesca tarea, además de la voluntad, ese llamado factor subjetivo, debe ser acompañado de la razón y la inteligencia para desarrollarlos. El Che exhortaba a los jóvenes comunistas a este desafío: “Para alcanzar eso hay que trabajar todos los días. Trabajar en el sentido interno de perfeccionamiento, de aumento de los conocimientos, de aumento de la comprensión del mundo que nos rodea. Inquirir y averiguar y conocer bien el porqué de las cosas y plantearse siempre los grandes problemas de la humanidad como problemas propios.”1 Y otra de las importantes consideraciones, es que nuestra conciencia no puede permitirse el menosprecio de nuestros hermanos de clase, por el estado de enajenación al que los ha llevado la ideología dominante, del mismo modo, que no podemos cobijar bajo nuestras conductas el sectarismo contra quienes han adscrito a partidos reformistas, sin saber muchas veces y con toda certeza, que han adherido a un proyecto de ese carácter y no sólo a una táctica política. Nuestro pueblo, nuestra clase en su conjunto, constituyen la reserva social y política de los cambios revolucionarios y por eso se debe caminar hacia los territorios donde viven y luchan los oprimidos y explotados, hoy por su sobrevivencia y mañana, cuando se hayan hermanado a nuestra causa y hayan alcanzado la conciencia de clase para sí, de seguro lucharán por ser libres y dignos para en el futuro respirar los aires del socialismo.

Por Lucio Parot, publicado en Revista latinoamericana CONOSUR, n°5

NOTAS:

1 E.”Che” Guevara. Obras Completas. Ed. Legasa. Pág. 99 B.Aires.
Argentina.

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