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“En consecuencia, las denuncias políticas son, ya de por sí, uno de los medios más potentes para disgregar las filas enemigas, para apartar del adversario a sus aliados fortuitos o temporales y sembrar la hostilidad y la desconfianza entre quienes participan de continuo en el poder autocrático.” (Lenin: ¿Qué Hacer?)
No debemos nunca, jamás, perder nuestra capacidad de asombro. Una cosa es percibir la realidad tal como es, aceptar sus condiciones materiales concretas, y otra es interpretar arbitraria o antojadizamente su sentido. Cuando ocurre esto último, nos estamos enfrentando entonces, a la mentira y a la manipulación de la realidad. Lo que debe preocuparnos de todo esto, es que la maquinaria ideológica del sistema, la mentira y la manipulación la ha convertido en una normalidad, al punto que un porcentaje significativo de la opinión pública, no sabe que es cierto y que es falso. Se da tan recurrentemente este ejercicio en los medios de comunicación, cuestión que por lo demás es consciente y dirigida, que se instala para el conjunto de la sociedad una visión de un origen caprichoso, inicuo, unilateral y contrario al derecho de las personas a ser informadas de forma oportuna y veraz, terminando por imponer la mentira y la falacia como verdad histórica.
Sin embargo, el cómo se miran los hechos, es una parte de un todo mucho más complejo, y que se hace necesario desentrañar para ganar un juicio, no solamente coherente con lo que de verdad ocurre o sucede, sino por el compromiso que subyace en nuestros principios y valores de clase. El hecho de debernos a los intereses históricos de los explotados y oprimidos, nos urge atender la realidad con esa conciencia crítica a la cual siempre hemos apelado como la condición de partida de lo que somos y queremos para la humanidad. Este ojo crítico, lo hemos dispuesto precisamente, para, reivindicando la verdad, tengamos la fuerza de la razón en el combate a lo injusto, a lo arbitrario, a lo despótico. Lo que debemos hacer, es develar lo que hay de fondo, en todas estas tácticas, planes y estratagemas con la que la clase dominante y la elite política que la secunda, hacen la política, hacen los negocios y además organizan el control político y social y por supuesto la represión.

El capitalismo siempre se actualiza mediante las formas de dominación, o sea, operando la relación capital/trabajo con un nuevo patrón de acumulación. Ahora, la instalación de un nuevo modelo económico, no deriva necesariamente de un nuevo pacto social. En el caso de Chile, el modelo actual se impuso a sangre y fuego. Y lo que esta vez necesitamos explicar tiene que ver con la aplicación y vigencia de este modelo económico y con la hegemonía de la Burguesía Monopólico Financiera. Algunos intelectuales hablan de Oligarquía (gobierno de unos pocos) y ocupan este concepto para explicar el poder sin contrapeso que posee una de las fracciones de la clase dominante por sobre el resto de fracciones y sectores de la burguesía. En el caso de nuestro país, es necesario señalar, que es a partir de la imposición de este modelo llamado “neoliberal”, acepción que no compartimos, se constituyen en Chile los grupos económicos, eufemismo usado en dictadura para no hablar de entidades monopólicas. El surgimiento de esta fracción burguesa, facilita el paso del capitalismo nacional a una fase monopólico financiera y a partir de allí, se inaugura una nueva etapa del desarrollo capitalista en Chile. El Ideario de esta nueva etapa, está contenido en el acto de Chacarillas donde se da a conocer por el dictador de entonces (hoy tenemos otro) las siete modernizaciones del Estado y que, en estricto rigor, se correspondían con siete grandes contrarreformas que daban inicio, en términos concretos, a la contrarrevolución de la burguesía moderna. Este hito político, pero con una plataforma económica bien definida, da por terminado el viejo pacto social y cancela de forma definitiva el Estado de Bienestar o Benefactor. Sergio Cauas, nombrado ministro plenipotenciario de Economía y de Hacienda al mismo tiempo, encabeza el desmantelamiento del viejo modelo de Sustitución de Importaciones y da comienzo a la implementación de lo que la dictadura llamo “la Economía Social de Mercado” acompañado de una irrebatible política de shock.
CHILE: BOTIN DE GUERRA DE LOS MILITARES Y PROPIEDAD PRIVADA DE LOS MONOPOLIOS
Lo que desde el 18 de octubre de 2019 nos ha tocado vivir, es la firme pero desacreditada resistencia del bloque en el poder, a las diferentes expresiones de odio y descontento, que ha causado desde su aplicación el actual modelo económico, descontento que ya generalizado irrumpe como un levantamiento popular, que logra poner en jaque al sistema. Sin embargo, de esta prolongada y negativa experiencia de los sectores obreros y populares, sumados además los sectores medios, que ha contado con todos los ingredientes mediante los cuales se han traducido los efectos económicos, sociales y políticos, los gobiernos concertacionistas y de Chile Vamos, a contrapelo de todas la quejas, de todos los reclamos y de todas las movilizaciones y protestas, han sostenido el rumbo antipopular y reaccionario de los planes y agendas gubernamentales en una estrecha complicidad con los otros poderes del Estado, complicidad que hoy ha quedado en una ya descarada evidencia.
El bloque en el poder, ha caminado por más de 30 años, por un lujoso y alfombrado pasillo de consensos y negociados, ha sido la alfombra roja de la ostentación y al mismo tiempo de la impunidad con que han realizado todas sus fechorías. En los espacios del poder político que ocupan, han quedado social y culturalmente condicionados por una escabrosa trama de vínculos y asociaciones, que les hacen sentirse cómodos y como pisando en terreno propio. Esta autopercepción de las condiciones de privilegio, han determinado que el cúmulo enorme de insatisfacciones que han creado en el mundo obrero y popular, simplemente no motiven su atención y preocupación. Entonces, la constatación histórica que debemos confirmar, es que la dictadura civil-militar, no fue derrocada, fue invitada a dejar sus funciones. Es decir, lo que en 1973 se tomó por asalto, en los años 90 se continuó conservando como el botín de guerra de las fuerzas armadas y policiales y el resto que no era poco, lo convirtieron en patrimonios privados de los monopolios. La famosa transición no fue otro momento, que la administración política de lo podría llamar la repartija del Chile, un país completo que la clase dominante puso en el mercado de valores y con orden de remate.
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Durante los gobiernos de la Concertación, la privatización tuvo un nuevo impulso, y esta nueva etapa, estimuló la acumulación en conglomerados que ya habían tenido su despegue en años anteriores. El proceso privatizador encontró su canalización en una serie de holdings, donde se agrupan empresas dedicadas a este lucrativo negocio que, completado ya en Chile, empezó a expandir sus posiciones a otros países de América Latina, asociados con empresas regionales o en megafusiones con las transnacionales.
Durante el gobierno de Patricio Aylwin (1990-1994), se realizaron dos operaciones: entre 1991 y 1993 se traspasó el 48% de las acciones que el Estado tenía en la empresa Zofri S.A. por un monto de 23,9 millones de dólares. En 1993 se suscribió un contrato de gestión con la empresa Aguas Quinta, integrada por Chilquinta y Aguas de Barcelona, para realizar inversiones en la sanitaria Esval.
La mayor ofensiva de privatizaciones y que podríamos llamar la tercera ola privatizadora, se dio con el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000), bajo cuyo mandato se incorporaron capitales privados nacionales y extranjeros a importantes empresas fiscales. Entre estas destacan, en 1994, la venta del 51% de las acciones de El Abra Koper Mine, por un valor de 330 millones de dólares a las compañías Cyprus Minerals Co. (EE.UU.) y a la canadiense Lao Minerals. Ese mismo año por su participación en cuatro empresas (Fepasa, Colbún, Línea Aérea Nacional y Essal) el Fisco recibió la suma de 116,2 millones de dólares. Igualmente se vendieron el 30% de las acciones estatales en la eléctrica Edelnor, en 84,4 millones de dólares a Southern Electric Chile S.A.
El proceso de privatización prosiguió, en 1995, con la venta del 95% de las acciones de Empremar por la suma de 4,5 millones de dólares a Salinas Punta de Lobos S.A., y el 18% de Minsal S.A. que fue traspasado en 7,1 millones de dólares a Soquimich. Durante 1996 se realizó una nueva venta de acciones de Colbún, que esta vez abarcó al 37,5% de ellas, por el monto de 340 millones de dólares a tres holdings privados: el grupo Matte, el grupo belga Tractebel y el grupo español Iberdrola.
En 1998 comenzó el turno de las sanitarias, entre las cuales estuvieron Esval S.A. y Edelaysen S.A. El 40% de las acciones fiscales de Esval fue traspasado en 138 millones de dólares a Enersis y la compañía inglesa Anglian Water. Al siguiente año se realizó la mayor de las transacciones: el traspaso del 42% de Emos S.A. en la suma de 959,6 millones de dólares a las empresas Suez Lyonnaisse des Eaux (Francia) y Aguas de Barcelona (España). Asimismo, el 51% de Essal S.A. fue vendido en 93,6 millones de dólares a la española Iberdrola Energía. Luego, ante su gabinete, Frei destacaba los proyecto de ley que modificaba Emporchi transformándola en diez empresas autónomas, cuya explotación sería licitada a privados. De esta forma su gobierno estaba ajustando su política a las orientaciones del FMI y del Banco Mundial, acción que obviamente suscitó amplio apoyo en los empresarios. En contraste, el gobierno impuso después de acuerdos con los patrones, un salario mínimo de US $ 142 mensuales, que se aplicó a 500 mil trabajadores. En la mira quedó la salud pública, la educación superior, modificar la ley de fondos de pensiones e Isapres, las reformas laborales y previsionales y como gran bocado Codelco y la Enap.
Después la política de privatización definida por los asesores de Lagos, fue esbozada de manera cautelosa, bajo el criterio que en esta materia no hay dogmas. Sin embargo, lo sustancial de la política de aquel gobierno, fue mantener el itinerario de la incorporación de privados, la internacionalización de Codelco (asociación con capitales extranjeros) y la conversión de Enap en sociedad anónima. Por lo mismo, el asunto cobró vigencia cuando en septiembre del 2000 se traspasa a privados el 42% de la empresa sanitaria Essbío, cuya venta se concretó en 282,3 millones de dólares. Concretadas estas enajenaciones del patrimonio nacional, Lagos se comprometió a hacer un exhaustivo análisis con el objeto de revisar las fortalezas y debilidades del proceso privatizador.
Estos fueron en ese periodo los programas y planes económicos, estrategias y agendas orientadoras de las maniobras que los grupos monopólicos y sus lacayos de turno diseñaron para enfrentar el cuadro crítico de la economía mundial, y que obviamente, no dieron ni hoy están dando los resultados de crecimiento que la clase dominante en su conjunto esperaba. Los equilibrios macro-económicos se tornaron cada vez más inestables y, los índices macro-económicos comenzaron su descenso. Los turnos de las gestiones posteriores con Bachellet y el hoy dictador Piñera, no hicieron más que profundizar la crisis y acercarnos a las actuales circunstancias.

Hoy con pandemia y políticas recurrentes de improvisación, la economía del país se encuentra prácticamente estancada. El capitalismo en general se encuentra en una frágil posición y Chile en particular, experimenta uno de los momentos más agobiantes de su historia, con un proceso abierto y latente de odio, descontento y rebeldía social, contenida por un lado por la crisis sanitaria y por otro, por las medidas represivas que el gobierno está implementando con la expresa complicidad de la elite política y los otros poderes del Estado.
Afirmamos que los activos políticos y sociales, saben bien lo que está ocurriendo en cuanto a las contradicciones de clase, no negamos, que en esta franja movilizada y que está dando cuenta sin descanso de este antagonismo, se enfrente al régimen o al gobierno, teniendo visiones políticas diferentes, lo cual hace que se mantengan los fenómenos de dispersión ideológicas y la lamentable atomización de las orgánicas en pie de lucha. Esto da cuenta de un manifiesto arrastre por años, de un evidente atraso en los niveles de conciencia, un atraso que nos ha impedido realizar una adecuada y rigurosa lectura de la realidad, que nos posibilite un juicio más certero de los hechos. Atraso que nos ha colocado a la zaga de los acontecimientos, con una concepción de vanguardia (Primera Línea), valorable sin duda, pero que no excede el voluntarismo y un corto placismo político. Un atraso que desecha la oportunidad de vínculos en pro de la unidad de clases por sesgos sectarios o afanes mezquinos de protagonismo, propios de una desviación pequeño-burguesa. Este Chile popular que nos levantamos ese 18 de octubre del 2019, conectado emocionalmente por los lazos del odio y del descontento social, no fuimos capaces de entender que nos levantábamos contra una poderosa estructura, contra una mole orgánica, jerárquica y disciplinada y que respondió como un solo cuerpo frente a la amenaza que significó nuestra rebelión. Un atraso en la conciencia social y política que no nos dio la capacidad de construir unidad, organización y espíritu de clase. Un atraso en la conciencia que nos negó la decisión de ponernos a la altura de un enorme desafió histórico: Vertebrar la movilización obrera y popular en el contenido y en la forma.
Sin unidad no habrá fuerza ni solidez en nuestros afanes de liberación. Sin embargo, hay una tarea que a nuestro juicio debería estar a la base de nuestro accionar, esta tarea es la Denuncia Política, un quehacer que debe hoy multiplicarse mil veces en los frentes sociales, para desenmascarar al enemigo, dejar en evidencia ante las masas sus triquiñuelas, sus manipulaciones, sus abusos, su opresión, su explotación, sus crímenes. Convertirnos en un verdadero ejército de denuncia de los males del capitalismo y que hoy aplastan la vida de los pobres. Multipliquemos los pies, los brazos y las manos de ese activo social y político y rescatemos a nuestro país, cautivo de la Propiedad Privada de los Monopolios.
¡BASTA DE ABUSOS, BASTA DE ROBOS, BASTA DE LADRONES DE CUELLO Y CORBATA!
Por Lucio Parot, publicado en revista latinoamericana ConoSur