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A comienzos del siglo XX, Max Weber señaló que la racionalización era la clave de la Modernidad. Él veía que esta racionalidad se reflejaba en todas las áreas de la vida, especialmente la política y la forma de entender el Estado. Para Weber, el Estado moderno era el ejemplo perfecto de una organización racional y que depende de un liderazgo racional y burocrático. El “engranaje” del aparato estatal dependerá entonces de funcionarios burócratas preparados para dicha función, y liderados por una autoridad basada en la legalidad, que se relacionará con ellos en forma racional y no por lazos como la amistad o lazos sanguíneos.
Con Piñera tenemos un Estado cooptado por sátrapas, que no tienen ni la menor idea de el concepto de “bien común”, y que han hecho todo lo opuesto a lo planteado por Weber. Involucró a buena parte de su parentela y a sus socios de negocios para conducir el Estado. Su primo hermano fue su ministro de Interior (sigue siendo su asesor), incluso intentó nombrar a su hermano como embajador en Argentina, y con la Pandemia solo se ha aprovechado para continuar con este proceder: La contratación a dedo de una “empresa” de Javiera Parada, el TC encabezado por su ex asesora María Teresa Brahm, el BancoEstado con Sichel. El máximo ejemplo de la poca racionalidad en el manejo del poder es Cristián Barra, un funcionario con escasos estudios, pero leal a Piñera desde los tiempos de Bancard, lo mismo ocurre con su asesora Magdalena Díaz, hija de su cercano amigo Pedro Pablo Díaz, con quien protagonizó el patético caso de espionaje en el caso de la Radio Kioto, a comienzos de los 90.
A falta de otro concepto, podríamos definir a este gobierno como una CLEPTOCRACIA, el gobierno de los cleptómanos, encabezado por el principal ladrón de todos, tal como lo dejó al descubierto la investigación de la periodista Alejandra Matus, señalando las relaciones de Piñera con los operadores de los Casinos Enjoy. Las prioridades de La Moneda están donde están las inversiones del “Primer Mandatario”, así de vulgar y obsceno es esta situación. Hoy, por ejemplo, vemos cómo siguen abiertos los aeropuertos, una medida que no se justifica, salvo para no perjudicar a los Cueto, ex socios de Piñera en LATAM.

Hace dos meses, y sabiendo que en abril correspondía la realización de elecciones de autoridades municipales y, principalmente, de los constituyentes, el ministro de Salud (con el beneplácito de La Moneda) salió a otorgar permisos para vacacionar. Era la crónica de un desastre anunciado, porque hoy estamos las consecuencias: viviendo lo peor de la crisis sanitaria, y postergando la más importante votación de los últimos 40 años, y dejando a muchos candidatos independientes sin recursos para continuar con sus campañas. ¿Y cuál es la reacción del ministro de Salud? Salir a blindar a su gobierno y culpar a la población, y ante la menor crítica como la publicada en The Washington Post, sale a acusar de fake news a la prensa internacional (¿será prensa chavista?)
Después del Estallido Social, algunas voces de la derecha hicieron un pequeño acto de contrición y mea culpa, haciendo popular la frase: “No lo vimos venir”. Hoy, que ha pasado bastante agua bajo el puente, no pueden seguir escudándose en su ignorancia. Ya no es creíble que tomen medidas tan descriteriadas como Cuarentenas sin apoyo económico para la población, y mantener abiertas las fronteras. Esto ya no es ceguera, es maldad. Mientras tanto, Piñera ya esta preocupado de su “legado politico”. El único legado que yo veo es el desmantelamiento del Estado. La Derecha y los socios de Piñera han actuado como una plaga, como verdaderas termitas, horadando todas nuestras instituciones. Lamentablemente, para el resto de Chile, aquel que no pertenece a su círculo y que ha sufrido las consecuencias de su gobierno, tendremos que esperar varios años para poder reparar todo el daño que le han causado al Estado chileno.
Por Cristián Martínez Arriagada, Cientista Político
Foto Portada : Minsal
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