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Los “momentos constituyentes” son aquellas instancias históricas muy coyunturales, donde una sociedad empieza a deliberar y cuestionarse sus reglas de convivencia y la distribución del poder, y el debate político acapara todos los espacios (universidades, sindicatos, empresarios, medios de comunicación, etc). El momento constituyente actual no surgió con el Estallido de 2019, ya se venía gestando desde hace varios años, sin embargo, este fue su momento cúlmine, donde irrumpió una fuerza contenida por tanto tiempo y dejó en evidencia las grietas del modelo impuesto por la dictadura.
Sin embargo, estos procesos no siempre llegan a buen puerto, y a veces, deben transcurrir varios años o décadas para que estén las condiciones adecuadas. Así ocurrió con el momento constituyente de los años 20 del siglo XX, donde una fuerza social se venía organizando desde hacía varios años exigiendo una Asamblea Constituyente, sin embargo, Alessandri Palma se les adelantó, capturó el proceso y decidió que una Comisión ad hoc la redactara de espaldas a la ciudadanía. La Constitución de 1925 jubiló a parte de la oligarquía y reemplazó al Estado Oligárquico por un tímido Estado de Bienestar, y aunque en los años 30 se reconfiguró el Sistema de partidos con el ingreso del PS y PC, los espacios de poder continuaron a cargo de una elite bastante homogénea. Se debió esperar que llegara Frei Montalva y luego la Unidad Popular para que los salones de la política se abrieran a la ciudadanía y hubiera una real renovación de dirigentes politicos.
Por eso es necesario estar atento para que el actual momento constituyente concluya en forma satisfactoria, y deben acontecer tres situaciones:

- Una Constitución acorde con los tiempos
- Cambiar el Estado Neoliberal por un Estado de Bienestar
- Renovación de dirigentes que conduzcan el nuevo ciclo político.
La elección de los constituyentes ha generado un verdadero movimiento sísmico, y los medios tradicionales hablan de una Convención Constituyente “radicalizada”, pero lo que ocurre es simplemente que parte de los futuros redactores de la Constitución son personas que no pertenecen a la elite: dirigentes sociales, feministas, ambientalistas, pero que atemorizan a los políticos que han conducido la Transición, porque no provienen de sus mismos colegios ni círculos sociales. El prejuicio hacia ellos lo expresa muy bien Juan Sutil (presidente de CPC) cuando dice: “No conocemos a gran parte de los independientes”, quizás pensando en la Tía Pikachú o la machi Linconao.
La sorpresa respecto al resultado también se debió a la información falsa y distorsionada proporcionada por las encuestas, que ningunearon a las listas de independientes y quisieron instalar que los seguros ganadores serían “los mismos de siempre”. Les da pavor ver que el pueblo o “La calle”, como dicen en forma despectiva, participe activamente de este proceso. Yo, en cambio, veo con optimismo esa renovación y “aire fresco”, que expresará mejor la actual diversidad del país, terminando con la nefasta elite endogámica (por algo no salió electo ningún miembro de la familia Walker). Los mismos que se quejaban de que las personas se expresaban violentamente en las calles, ahora les incomoda que se hayan organizado y quieran hacer oír su voz por la vía institucional.
Los partidos politicos nunca pensaron que les saldría el tiro por la culata, y que el Sistema D´Hont también beneficiaría a listas de independientes, y que la gente prefiriría votar por líderes sociales, castigando tanto a la Concertación como a la Derecha. Interesante además, que a la derecha le fuera tan mal, a pesar de la baja participación respecto del plebiscito de octubre (más de un millón menos de electores), a la extraña falta de locomoción colectiva el día de la elección, al impedimento de los chilenos en el extranjero para poder participar en la elección de constituyentes y del voto voluntario. Si todos estos factores se hubieran revertido, favoreciendo más la participación, quizás la situación de la derecha hubiera sido más dramática. Pero la derecha no va a estar necesariamente sola. El grupo Independientes No Neutrales logró 11 constituyentes, pero parte de ellos tiene lazos con el empresariado, y puede que se inclinen a apoyar posiciones de derecha, igual que Fuad Chahín (el único constituyente de la DC) o el PPD Felipe Harboe. Tampoco se sabe con certeza cómo se van a alinear políticamente los representantes de los pueblos originarios.
Hoy, los mismos analistas que no daban ni un peso por los independientes ahora hablan del Fin de un Ciclo. Yo sería más cauto, hay que esperar si en las parlamentarias de noviembre se confirma esta tendencia, y si los líderes de movimientos sociales logran ganar escaños en el congreso y desplazar a los políticos de estos últimos 30 años, solo ahí podríamos hablar del comienzo de un Nuevo Ciclo politico.
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Por Cristián Martínez Arriagada, Cientista Político