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Hasta principios de marzo de 1964, había cuatro candidaturas presidenciales: Frei, Allende, Prat y Durán. Sin embargo, ocurrió una noticia política que nadie tenía presupuestada: en el distrito de Curicó se realizó una elección complementaria (así era el mecanismo para reemplazar a algún diputado).
Curicó era una zona tradicionalmente de derecha, pero en esa ocasion ganó el socialista Óscar Naranjo, apoyado por el Frente de Acción Popular que lideraba Salvador Allende. Esta elección local generó un terremoto político a nivel nacional: Jorge Prat, el candidato derechista bajó su candidatura y dejó a sus partidarios en libertad de acción, los partidos Liberal y Conservador decidieron apoyar a Eduardo Frei para contener esa “ola marxista”, y quedó solo el candidato del Partido Radical, quien, sin otras alianzas, no tenía muchas chances. De esta forma, la pequeña elección de un representante en Curicó no solo señaló el comienzo del fin para el Partido Radical (que era el principal Partido del país desde 1938), sino sobre todo, el fin para la Derecha, que en 1965, para la elección parlamentaria a nivel nacional, quedó reducida a su minima expresión. Por eso este hecho politico se denomina como “El Naranjazo”
Hoy estamos ad portas de la segunda vuelta de la elección de gobernadores en buena parte del país, sin embargo, por su rol estratégico y su importancia a nivel poblacional, la elección del o de la gobernadora de Santiago es la que genera más expectativas. No es porque vaya a cambiar sustancialmente la vida de los santiaguinos, o por las definiciones de los programas de gobierno de cada uno de los candidatos, tampoco por las virtudes o defectos personales de Karina Oliva o Claudio Orrego. La importancia radica en que acá se juega qué bloque politico será el que prime de aquí en adelante: si Unidad Constituyente (ex Concertación) de Orrego o el Apruebo Dignidad (FA+PC+FRVS) de Oliva. Por eso, si gana Karina Oliva, estaríamos hablando de una especie de “OLIVAZO”.

De ganar Claudio Orrego, es muy probable que le de un respiro a la DC, y todas las candidaturas presidenciales de Unidad Constituyente se bajen y le entreguen su apoyo a Yasna Provoste. De ganar Karina, los candidatos Jadue y Boric quedan en una posición inmejorable para ganar la presidencia. También habrá que ver cómo actúa la derecha en ambos escenarios. Posiblemente, ante el estancamiento electoral de Lavín, van a preferer apoyar a una DC como Provoste. De triunfar uno de los candidatos de Apruebo Dignidad no se van a quedar de brazos cruzados, y emprenderán la campaña del miedo y anticomunismo, como ya lo están haciendo por RRSS. Como se puede apreciar, acá no solo estamos eligiendo a la futura autoridad metropolitana, sino que sus consecuencias inciden directamente en la elección del futuro gobierno y futuro presidente.

Tal como ocurrió con los cambios de alianzas en 1964, hoy el apoyo que ha recibido Orrego por parte de líderes de la derecha lo convierte, en los hechos, en el candidato de la centroderecha, aunque él lo niegue y aunque los partidos de ChileVamos no hayan oficializado su apoyo formalmente. Y es que saben que en esta elección también está en juego su eventual sobrevivencia. Un Orrego Larraín, que ama el rodeo y la mano dura en el orden público, les da mucha más seguridad que una “aparecida” como Karina Olivo, que no proviene de ninguna familia oligárquica. Por eso, el llamado Partido del Orden, desde los dirigentes del PS hasta los fascistas de Republicanos se están cuadrando detrás Orrego.

En este sentido, acá también se juega un necesario reemplazo de la elite y dirigencia política: está la posibilidad de dar de baja a la elite que gobernó la transición, y reemplazarla por otra más fresca y en consonancia con los tiempos, y ambas candidaturas representan muy bien una y otra opción: Orrego, un histórico dirigente de la DC, representante del grupo de Los Príncipes, ex intendente, ex alcalde, o sea, alguien que ha estado en cargos de poder en estos 30 años, y Oliva, una líder joven feminista y lejana de los tradicionales círculos de poder. De ocurrir el OLIVAZO, será un momento histórico que puede marcar un antes y un después en el devenir de la política nacional.

Por Cristián Martínez Arriagada, Cientista Político.
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