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“En nombre de Dios y la Patria”

La derecha se ha apropiado de estos conceptos y manoseado en forma insana e indecente durante décadas, donde Dios es el Dios de los ultraconservadores (como los conspicuos asistentes a la parroquia El Bosque de Karadima) y Patria sería el legado de las FFAA después del “pronunciamiento militar”.

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Ha transcurrido un mes desde el inicio de la Convención Constitucional y ésta sigue siendo boicoteada por la extrema derecha, incluso llamando a la destitución de la presidenta Elisa Loncón, como si no les hubiera bastado con los epítetos racistas emitidos por personajes ligados a José Antonio Kast donde se mofaban del uso del mapudungún. Los medios de comunicación les ofrecen extensas entrevistas en la prensa y la televisión a los y las constituyentes de Vamos por Chile, y en ese sentido siguen siendo sobrerrepresentados, tal como lo vienen siendo desde el 11 de septiembre de 1973, sin embargo, se quejan por no poder meter a los medios y prensa afines para generar falsas polémicas faranduleras y desprestigiar a la Convención desde adentro.

Como son tan faltos de ideas y como su única finalidad es bloquear y abortar cualquier intento de modificar la actual Constitución, pasan los días planteando extravagantes insensateces, como la brillante idea planteada por el constituyente Harry Jürgensen: “Los chilenos valoramos la libertad y nuestra historia, estamos hasta dispuestos a morir por nuestra patria y ponemos siempre nuestra fe en las manos de Dios, le ruego señora presidenta considerar la posibilidad de abrir las sesiones plenarias en nombre de Dios y de la Patria”…Al distinguido Jürgensen solo le faltó gritar: “¡¡God Save the Queen!!”. Lo planteado por el constituyente no se vería mal si esta Convención se estuviera realizando a fines del siglo XIX, el problema es que estamos en la segunda década del siglo XXI, y además apela a dos conceptos que van en retirada: la noción de un ser Superior y de fe religiosa (la Iglesia Católica está reducida a su mínima expresión gracias a los pederastas que ocupaban su curia), y por otro, un malentendido amor por la Patria (que en el caso de Jürgensen debe ser sinónimo de amor por su latifundio). Lo interesante fue leer las respuestas que le dieron en RRSS, creo que ésta fue la mejor: “¿Alguien en su sano juicio estaría dispuesto a morir por Chile?”

Este es el problema que se produce al discutir sobre un concepto tan polisémico. Patria para algunos será la bandera, las FFAA, la cordillera, las costumbres, la empanada y vino tinto, o la nacionalidad, (ésta es la peor de todas, pues colinda con el patrioterismo chauvinista). La acepción que más me gusta es la que dio el poeta Rainer Maria Rilke: “la verdadera Patria es la infancia”, los olores, los recuerdos, las amistades. Yo solo en ese caso, y en ningún otro, estaría dispuesto a dar la vida.

Pero tenemos otro problema con estos conceptos, pues la derecha se los ha apropiado y manoseado en forma insana e indecente durante décadas, donde Dios es el Dios de los ultraconservadores (como los conspicuos asistentes a la parroquia El Bosque de Karadima) y Patria sería el legado de las FFAA después del “pronunciamiento militar”. Como no hay forma que aquello interprete al conjunto del país pues, además remiten a momentos de mucho dolor para buena parte del pueblo chileno, es que debemos pensar en otras instancias de unidad nacional, y no a la estulticia de Jürguensen.

Los alemanes debieron enfrentar un desafío mucho mayor en tiempos de postguerra ¿Cómo lograr que la comunidad alemana se sintiera unida sin apelar a los elementos del pasado nazi, como la etnia o el pasado bélico?, ahí entra el concepto de “Patriotismo Constitucional”. El filósofo Jürgen Habermas, entre otros, buscaron un modo de generar un sentido de pertenencia desde la diversidad y desde los principios establecidos en la Constitución, que identificara a todos los alemanes, no desde la emocionalidad de la raza, sino desde la racionalidad de valores compartidos y establecidos constitucionalmente. El desafío parece difícil, y lo es, pero de este modo se hace cargo de la complejidad de las sociedades modernas: multiculturales, plurinacionales, etc. Solo en base a un respeto mutuo y donde prime lo consagrado en la carta magna es que tendremos una Patria para todes. Por eso es tan importante el rol que va a cumplir la Convención, y por eso es tan peligroso el juego desestabilizador que hace la derecha, y no solo ella.

Por Cristián Martínez Arriagada, Cientista Político

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