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Echar un vistazo a los acontecimientos del pasado en el intento de extraer lecciones, pero también encontrar en estos hechos calcos tácticos, que en el hoy sirvan para obtener las mismas finalidades, o en lo simple para leer en el comportamiento de la clase dominante y en la elite política, que bien la acompaña, la repetición de conductas falsas y mentirosas y mostrando, además, la misma mediocridad histórica. Se cumplen 49 años de la ofensiva patronal que pretendió desestabilizar el gobierno del Presidente Salvador Allende.
Los planes sediciosos de la derecha comenzaron ya en marzo, creando un clima de tensión, alertando el ánimo de los trabajadores que como respuesta comienzan a desplegar iniciativas de coordinación a nivel de ramas productivas, que posteriormente darían lugar a los Cordones Industriales. Situaciones parecidas ocurren con los estudiantes cuyas organizaciones, centros de alumnos y federaciones se movilizan en contra de las primeras expresiones reaccionarias de la derecha y sus aliados. En términos concretos la población se empezó a ver afectada por el desabastecimiento, el acaparamiento de productos de primera necesidad, el sabotaje empresarial económico y productivo, como también el sabotaje terrorista de los movimientos filo-fascistas como Patria y Libertad y el Comando Rolando Matus del Partido Nacional.
El 9 de octubre la Confederación Nacional del Transporte acordó un para nacional indefinido, que se constituye en el punto de inicio de la ofensiva patronal, sostenida y financiada por el conjunto de la burguesía y el imperialismo norteamericano, que desembolsó otra cantidad de millones de dólares para afirmar esta táctica desestabilizadora. Adhirieron a este paro la Confederación de la Producción y el Comercio, la Sociedad de Fomento Fabril, la Confederación del Comercio Detallista y después se
pliega de manera explícita la Democracia Cristiana.

Se unieron también a esta ofensiva reaccionaria los gremios de los Médicos, Comerciantes Minoristas, y los mineros de la Zonal El Teniente. Con este Paro, los sectores patronales causaron pérdidas de 229 millones de escudos en el agro y 5 millones 646 mil escudos en el comercio y el transporte. Sin duda alguna, esta situación junto con agudizar las contradicciones de clase, puso a los sectores obreros y populares en una situación social y económica difícil, sin embargo, cuando esta ofensiva se desata en toda su potencia, la clase obrera y los sectores populares que no habían bajado la guardia y también habían elevado su conciencia de clase, se encontraban frente a la clase dominante con una enorme disposición combativa. Más de un millón 800 mil obreros se opusieron al cierre de industrias, Se produjeron en esos días 2000 tomas por trabajadores agrícolas y se contaban en ese entonces con 4400 predios expropiados que produjeron alimentos para combatir el desabastecimiento. Los obreros procedieron a ocupar industrias y fábricas que neutralizaron absolutamente el intento patronal de paralizar la producción industrial y agraria. Se extendieron por todo el territorio nacional las Juntas de abastecimientos y Control de Precios (Jap), que intervinieron en los territorios en las tareas de la distribución y de requisición de los productos acaparados por los grandes comerciantes. Ferrocarriles del estado y sus trabajadores transportó como promedio diario normal alrededor de 1500 toneladas diarias de alimentos para el consumo de Santiago, como una clara muestra de compromiso de clase de los obreros ferroviarios. En los días del paro y con el apoyo voluntario de miles de estudiantes el abastecimiento por medio de ferrocarril subió a las 3 mil toneladas diarias, cubriendo también las necesidades de las Provincias.

La lucha en esos días, se transformó una vez más en una escuela de aprendizaje para los trabajadores y el pueblo. La clase dominante, aún con el apoyo del imperialismo, no logró minar el ánimo ni la conciencia de obreros, pobladores, campesinos, estudiantes y profesionales conscientes, que con disciplina, compromiso y espíritu de sacrificio fueron capaces de no sólo de contener la ofensiva patronal y reaccionaria del capitalismo, sino que junto con ello, descubrir en plena lucha su capacidad revolucionaria de hacerse cargo de la historia, tomando en sus manos los destinos de una sociedad en conflicto y en una abierta disputa de clases por el poder.
Tales muestras de decisión, organización, gestión y conducción social, económica y política de los trabajadores y amplios sectores del pueblo, pusieron a un país ante el hecho evidente, de que se estaba configurando el sujeto histórico, es decir, la clase llamada a cambiar la historia y el modo de producción por una nueva manera de generar la riqueza y construir condiciones materiales para asentar relaciones de igualdad y justicia.
Este momento histórico, que hemos querido traer a la memoria, fue un momento de la lucha de clases en nuestro país, que aleccionó acerca de la capacidad real y concreta que tuvo la clase obrera, cuando las condiciones materiales objetivas le son favorables, para desplegar con una enorme energía y creatividad, tareas de gestión, de producción, de distribución, de control y dominio territorial. Capacidad para construir y afirmar órganos de poder y de lucha que posibilitan defender de manera firme y real las conquistas obreras y populares.
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Los enfrentamientos de octubre del 72, fueron uno de los testimonios más patentes de los antagonismos de clase en nuestro país, el más nítido de los ejemplos de masiva, combativa, creativa y disciplinada disposición de lucha clasista y revolucionaria de nuestros obreros y sectores del pueblo, en ese desafío consciente y decidido por hacer de Chile un territorio socialista. Lo que no puede volver a ocurrir, es que en medio de la contradicción principal: burguesía/proletariado, no hagamos desaparecer previa y definitivamente la contradicción reformismo/revolución.
Por Reinaldo Troncoso, publicado en revista CONO-SUR
