Análisis Internacional

Una cumbre neofascista en Nuestra América

La derecha en Latinoamérica y el Caribe, lo sabemos bien, es celosa guardiana de la democracia cuando las reglas del juego la favorecen. Pero si teme perder más que unas elecciones, algunos privilegios, echa mano sin pudor al más amplio espectro de la violencia, incluidos golpes de Estado.

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Ante el triunfo en la América Latina de gobiernos progresistas aupados por la fe en cambios reales y el descontento hacia políticas devastadoras impulsadas por sus contrincantes, era de esperar que la derecha emprendiera el contrataque.

Como parte de este, los días 18 y 19 de noviembre –convocada por la Conferencia Política Acción Conservadora (CPAC)– tendrá lugar en México una cumbre de derrotados en la que brillarán Mauricio Macri, José Antonio Kast, Keiko Fujimori y Eduardo Bolsonaro (hijo del destronado Jair), y en la que no desentonarán personajes como Luis Fernando Camacho, Steve Bannon y Lech Walesa.

Basta mirar los nombres para darse cuenta de que no se trata hoy de rivalizar con aquella derecha ilustrada que enarbolaba los llamados valores liberales; sino de enfrentarse a la más desembozada reacción, e incluso al neofascismo.

La derecha en Latinoamérica y el Caribe, lo sabemos bien, es celosa guardiana de la democracia cuando las reglas del juego la favorecen. Pero si teme perder más que unas elecciones, algunos privilegios, echa mano sin pudor al más amplio espectro de la violencia, incluidos golpes de Estado (militares o judiciales) y, llegado el caso, también a torturas, desapariciones, masacres. Solo una vez consolidado su poder, vuelve a mostrar un rostro en apariencia más amable, hasta tanto las circunstancias no la lleven a apelar de nuevo a su costado feroz.

Hoy el mundo es testigo de un alarmante crecimiento de esa extrema derecha racista y xenófoba que atiza el odio desde los medios y las redes sociales y abomina lo mismo de inmigrantes y minorías que de moderados reformistas. La mentira como arma pretende barrer lo que la historia y la cultura han construido a lo largo de siglos.

Las esperanzadoras victorias de la izquierda en los últimos años en nuestra región deben ser defendidas. Nos corresponde desenmascarar todas las trampas y conjuras que amenazan los esfuerzos por expandir la justicia social y la reivindicación de los pobres de la tierra.

Roberto Fernández Retamar, en el último texto que escribió, “Notas sobre América”, se preguntaba qué destino podría esperarse para un mundo sumido en la barbarie por quienes consideran inferiores a otros seres y como tales los tratan, de modo similar a como actuaban los nazis.

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Para evitar que esa barbarie se naturalice y prevalezca, la Casa de las Américas convoca a sus amigos del Continente, a todas las personas honestas de los más disímiles signos políticos, a unir sus voces para denunciar esta nueva ofensiva fascista, por nuestros más elementales derechos, nuestra dignidad y nuestras vidas.

Por Casa de las Américas La Habana, ( Laventana)

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¿Por qué está avanzando el neofascismo?

El neofascismo tiene evidentes diferencias con el fascismo clásico de la época de entreguerras en Europa. Pero comparte con este la vocación autoritaria, el anticomunismo, el racismo, el chauvinismo, la xenofobia, la demofobia, la aporofobia, la homofobia y la misoginia.


Desde México. Por Carlos Figueroa Ibarra

Escribo estas líneas cuando las noticias todavía incompletas dan cuenta de que el Partido Republicano en Estados Unidos ha recuperado el control de la Cámara de Representantes, tiene un virtual empate con el Partido Demócrata en el Senado y ha ganado la mayoría de las gubernaturas en disputa. ¿Este triunfo habilitó a Donald J. Trump para volver a ser el candidato presidencial en el 2024? Cuenta con el 71% de las preferencias de los republicanos, pero la marea republicana no fue contundente. Solamente parte de los candidatos ultraderechistas apoyados por Trump triunfaron. La pregunta para los próximos meses es si volveremos a tener a un neofascista sentado en la Sala Oval de la Casa Blanca.

En Polonia gobierna en coalición el PIS (Ley y Justicia) partido de carácter neofascista que es acompañado por una ultraderecha movimientista más abiertamente fascista como son Acampada Nacional Radical y Juventud Pan-polaca. En Hungría el partido Fidesz (Unión Cívica Húngara) con Víktor Orban a la cabeza ha sido hegemónico en el país desde 2010. En Alemania, el neofascista partido AfD (Alternativa por Alemania) se ve acompañado de su grupo de choque Pegida y de un pequeño partido francamente neonazi, el Partido Nacionaldemócrata. AfD tiene un 10% de voto en elecciones nacionales, pero en regiones como Brandenburgo, Sajonia, Sajonia-Anhalt y Turingia tiene entre 21 y 28% de los votos.

En Italia, Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia) encabezando una coalición de derecha con la neofascista Giorgia Meloni ganó la Presidencia del Consejo de Ministros. Con su coalición (Liga del Norte y Forza Italia), Fratelli dÍtalia (que obtuvo 26% de los votos) tendrá una aplastante mayoría en las cámaras. En España, Vox, una escisión neofascista del Partido Popular, ha tenido un crecimiento notable desde 2013 cuando se fundó, pues habiendo obtenido 0.23% de los votos en 2015, en 2019 llegó a 15%.

En América Latina, el neofascista Jair Bolsonaro con su coalición Por el Bien de Brasil obtuvo 43% de los votos en la primera vuelta y 49% en la segunda, un resultado espectacular teniendo en cuenta el desastroso gobierno que ha encabezado. En Bolivia, Luis Fernando Camacho encabezando el Comité Cívico de Santa Cruz ha hecho del departamento de Santa Cruz de la Sierra (del cual es gobernador) un bastión neofascista y fue protagonista de primer orden en el golpe que derrocó a Evo Morales en 2019. En Chile un neofascista de estirpe pinochetista, José Antonio Kast, obtuvo en la segunda vuelta 44% de los votos con su coalición Frente Social Cristiano. En Colombia, también en segunda vuelta, el neofascista Rodolfo Hernández apoyado por Uribe, obtuvo el 47.3%

En otros países de América Latina, el neofascismo todavía no ha obtenido resultados notables. Pero en México además del Frente Anti-AMLO (FRENA), empieza a tener manifestaciones preocupantes: el concierto neonazi de música punk y hard-core celebrado el 29 de octubre y la reunión internacional de la Conferencia Política de Acción Conservadora que reunirá el 18 y 19 de noviembre a la ultraderecha de diversos países de América y Europa.

El neofascismo tiene evidentes diferencias con el fascismo clásico de la época de entreguerras en Europa. Pero comparte con este la vocación autoritaria, el anticomunismo (acentuado en América Latina por el avance del progresismo), el racismo (acentuado en Europa y Estados Unidos por las oleadas migratorias), el chauvinismo (matizado en América Latina por su subordinación al imperio estadounidense), la xenofobia, la demofobia, la aporofobia, la homofobia y la misoginia.

¿Por qué está avanzando el neofascismo? La respuesta es compleja y acaso digna de otro artículo. Cada país tiene motivos distintos derivados de su historia. Una causa general puede ser el autoritarismo violador de derechos humanos y ambientales que necesita la profundización neoliberal. Además, la ideología del éxito individual que ha propiciado el neoliberalismo; el racismo creciente que está provocando la migración desde el sur global; el anticomunismo que genera el avance de la izquierda, particularmente evidente en América Latina; la crisis neoliberal  con su cauda de desmantelamiento de establecimientos industriales y comerciales y desempleo en los países centrales; los efectos negativos que ha tenido la Unión Europea; el fundamentalismo religioso del catolicismo ultraconservador y el neopentecostalismo; la credibilidad en disparates sustentada en la ignorancia.

No es casual que tanto en Europa como en Brasil el eslogan “Dios, Patria, Familia” haya sido la divisa del neofascismo. El mismo resume rasgos actuales del neofascismo: fanatismo religioso, nacionalismo reaccionario, racismo, aversión a la creciente multiplicidad de identidades sexuales, defensa conservadora de las instituciones existentes.  Vivimos una crisis civilizatoria, el avance del neofascismo es uno de sus síntomas.

Tomado de Con Nuestra América, publicación electrónica de la Asociación por la Unidad de Nuestra América (AUNA-Costa Rica).

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