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Matanzas Obreras: Una política de Estado

Las autoridades, en connivencia con los empresarios, controlaron y reprimieron a los trabajadores, persiguiendo a quienes reclamaban sus derechos y aplicando la fuerza militar a los trabajadores que usaron la huelga como medio de representar sus demandas.

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Los ejemplos de intervenciones militares en el movimiento social chileno y, en particular, en el norte, son múltiples y resultan de la superposición de intereses entre el empresariado salitrero y el gobierno que, entre otros objetivos, buscó aislar a los trabajadores del salitre del movimiento sindical de otras regiones del país.

Cuando se iniciaba un movimiento huelguista las autoridades locales usaban los piquetes de policías de la ciudad, a los que sumaban militares acantonados en el puerto y algunos en las oficinas que presentaban mayores problemas. No obstante, hubo una constante entre las autoridades en apelar al gobierno central para el envío de tropas, tanto de marinos como de militares, para reprimir con mayor eficiencia y aplacar con rapidez las huelgas o mítines. Así, los temores de autoridades y empresarios a los desórdenes y desbordes que veían en las acciones impulsadas por los obreros para representar sus demandas, se tradujeron en reiterados llamados al gobierno central para el envío de un barco de guerra transportando marinería que reprimiera a los trabajadores, y su presencia en la bahía atemorizara a los eventuales infractores. Así aconteció en Taltal en 1907, cuando, debido a la multiplicación de las huelgas y mítines.

Esta convicción de que el uso de la fuerza militar era imprescindible frente a cualquier atisbo de protesta fue compartida por los cónsules y vicecónsules destacados en los puertos salitreros, quienes mantenían una constante comunicación con las autoridades diplomáticas de sus países en la capital.

El corolario del proceso fue que en el periodo las autoridades respondieron al problema social con represión, y que esta fue atingente a las necesidades de los empresarios y al necesario orden para desarrollar las actividades comerciales.

Las autoridades, en connivencia con los empresarios, controlaron y reprimieron a los trabajadores, persiguiendo a quienes reclamaban sus derechos y aplicando la fuerza militar a los trabajadores que usaron la huelga como medio de representar sus demandas.

Sin duda, la represión y muerte de decenas o cientos de personas es una posibilidad de mal manejo de un capitán, coronel o general. Cuando esta fórmula se repite, el asunto deviene en un problema estructural. Así, es posible pensar que en la escuela iquiqueña Santa María no se produjo el desmadre de un individuo en particular. Roberto Silva Renard en Iquique o, antes, Maximiliano Meneses en Taltal, no actuaron motu proprio. Reaccionaron acorde con la política de los gobiernos del periodo, en que el respeto al orden no fue solo una política de Estado; fue una concepción del poder que manaba desde las bases europeas en la forma de comprender el manejo de la política y de cómo controlar los sectores populares. Es posible afirmar que, dada la similitud de las prácticas, en los procesos represivos suscitados en la pampa, hubo una suerte de modus operandi preestablecido, no visible para quienes no pertenecieran al mundo castrense.

"Víctor Jara, nunca podrán borrar tu legado" 

En 1904, en las pampas de Taltal, la tradición militar ofició los primeros ejercicios de enterrar a sus adversarios ideológicos en el silencio nocturno del desierto. Como acontecería en el futuro, los cuerpos de un número indeterminado de trabajadores fueron inhumados en otras tantas tumbas desconocidas. Así, en el incompleto mapa de las matanzas obreras de la pampa, el caso de la oficina “Chile” se perdió. Obnubilados por el factor numérico en el análisis de las masacres de trabajadores, los estudios se centraron en Santa María de Iquique, La Coruña u otras.

Extracto del libro, “Estos rotos, señor, lo que piden son garantías”. Movimientos sociales, represión y muerte obrera en atacama. (taltal, 1900-1910). Autor : Milton Godoy Orellana, Doctor en Historia por la Universidad de Chile. Investigador asociado, Museo Regional de Atacama.

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