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Luego de casi mil días de ausencia física de Chile, y aprovechando el regreso con bombos y platillos de Franco Parisi, el líder indiscutido y creador del Partido de la Gente, es oportuno preguntarse sobre cómo este sujeto y su organización política pueden afectar negativamente el sistema político y el futuro político e institucional del país.
En su primera conferencia de prensa, atacó a diestra y siniestra, reforzando con ello la posición del
PDG, que no son ni de izquierda ni de derecha: “El alma merluciana que perdió el 4 de septiembre
hoy nos obliga a ir a un proceso olvidándose de la magnitud de los problemas que tiene Chile. Hay
otra alma orientada a una constitución tipo ONU, con una agenda 2030 representada por
Bachelet. ChileVamos tiene una agenda egoísta que quiere perpetuar la inequidad con el alma del ex presidente Piñera”. Pero esa aparente neutralidad política entre una izquierda “globalista ONU”
y una “derecha egoísta” no es tal. Parisi tiene una posición ideológica clara, lo mismo que sus diputados, otra cosa es querer jugar a ser desideologizado y estar por sobre el “bien y el mal”. En su breve discurso quedan de manifiesto varios puntos: Tal como hiciera Lavín hasta hace poco tiempo, Parisi apela a resolver “los problemas reales”, pero sin explicar de qué modo resolvería
aquello. También llama la atención su aversión a la ONU sin ningún fundamento (misma aversión
sin fundamento que se ha visto en videos de RRSS de los votantes del Rechazo), lo que da a entender que si llegara un día a la presidencia retiraría a Chile de la Organización de Naciones Unidas.
A Parisi le incomoda que lo llamen “populista”, pero cumple con todos los requisitos para ser categorizado como tal. Como todo populista, rechaza las coordenadas políticas: “Los de izquierda me dicen facho y los de derecha me dicen comunista… No señores, soy chileno y estoy del lado de las buenas ideas, no de los partidos”, es la frase de uno de sus sitios web y apunta directamente al elector “apolítico”, tomando prestadas frases casi literales de Joaquín Lavín. Para Parisi, los problemas más graves de la sociedad tienen soluciones simples y se las explica a un público que solo busca la inmediatez de la RRSS y TikTok. Es un hábil comunicador que sabe tocar la tecla que lo conecta con sus electores, especialmente apunta a la clase media emergente, esa que “está
amenazada por la pobreza, que está angustiada por la falta de oportunidades, que quiere volver a
recuperar el valor y la confianza de que es posible emprender, que cree en la movilidad social”, y donde Parisi pone su propio ejemplo como “hijo de clase media” que ha logrado salir adelante y alcanzar altos cargos tanto en la academia, los negocios y la política.
Hijo de un capitán del ejército, se crió en el barrio Las Rejas. Luego de un breve paso por la Escuela Militar, termina sus estudios en el Instituto Nacional e ingresa a ingeniería Comercial a la U de Chile, luego haría un post grado en Administración de Empresas en EEUU. Vuelve a Chile e ingresa
como profesor a la facultad de Economía y Negocios de la U de Chile, llegando a ser el vicedecano.
Intentó ser nombrado decano de la facultad (incluso Óscar Landerretche hizo campaña por él),
finalmente no obtiene el cargo. Es ahí cuando lo llaman de la TV y empieza a adquirir notoriedad
pública. Parte en 2011 en un late show del canal Vía X como invitado, al poco tiempo junto a su hermano tiene un programa propio “El Poder de la Gente”. Desde entonces usaría ese mismo eslógan para sus campañas políticas: en la campaña presidencial de 2013 sería “Parisi, el poder de la gente”, y el 2021 “Parisi, la gente al poder”. Nunca se ha sopesado lo importante que fue para Parisi su paso por la TV para, desde ahí, usarlo como trampolín y hacerse conocido por la opinión
pública, avalado además por un canal de TV y por un periodista (Julio César Rodríguez).
Sin contar con ningún respaldo partidista, el año 2013 Parisi logra un sorprendente cuarto lugar en
las presidenciales con un 10,11% de las preferencias, por pocas décimas bajo Marco Enríquez-Ominami. En ese 10% de votantes está el germen de lo que hoy es el PDG. El 2017 haría otro intento, ahora su postulación contaba con un respaldo variopinto: el movimiento evangélico “Unidos por la Fe”, el movimiento político “El Poder de la Gente” y “Chile te Cuida”. Parisi
reiteraba su discurso fácil para la platea: “Chile tiene que cambiar, necesita más trabajo, tenemos que dinamizar la economía, sabemos que la derecha juega para la derecha y la izquierda para la
izquierda”. Finalmente declinaría su candidatura, y se iría a Estados Unidos.
Luego, en 2020 y ad portas de una próxima elección presidencial, su nombre comienza a posicionarse en las encuestas. Debido a sus problemas judiciales, Parisi opta por gestionar su campaña presidencial a distancia a través de RRSS. Desde distintas plataformas y programas
políticos creados ad hoc, actúa como una suerte de Gran Hermano, dándole indicaciones a sus
seguidores y organizando lo que sería el Partido de la Gente. En forma inédita, un candidato desde
la distancia, en forma virtual y sin pisar un pie en Chile logra llegar al tercer lugar, por sobre Provoste (la candidata de la Concertación) y Sichel (el candidato de ChileVamos).
A pesar de todos sus méritos, el “fenómeno Parisi” no es nuevo en la política chilena. En 1989 surgió un personaje que ya señalaba estar por sobre “la izquierda y la derecha”, ese personaje era Fra-fra Errázuriz, que logró un no despreciable tercer lugar en 1989, enfrentándose a toda la maquinaria de la dictadura a favor de Hernán Büchi, y a todo el poder de movilización de los
partidos detrás de Aylwin. Al poco tiempo Fra-fra creó un partido propio de “Centro-centro” (hoy,
varios diputados del PDG dicen que su partido es de “centro-centro), aunque solo él y su mujer lograron escaños en el Congreso. A pesar de todo su dinero, el partido de Errázuriz tuvo una breve existencia, además no poseía un contingente de seguidores capaces de llegar al parlamento y sortear el sistema binominal. A medida que disminuía el fenómeno político del Fra-fra, surgía otro actor para reemplazarlo: Joaquín Lavín. A pesar de provenir del riñón de la dictadura, participando incluso en su acto fundacional en Chacarillas en 1977, Lavín llevó hasta la exasperación el discurso apolítico, porque lo importante eran “los problemas reales de la gente”. Con su actitud simplona y populista estuvo a punto de alcanzar la presidencia en 2000, y continuó intentando ser presidente
hasta que debió hacerse a un lado ante el éxito electoral de Piñera. En este sentido, Parisi solo viene a ocupar el nicho dejado por Lavín, ocupando casi su mismo discurso.
Parisi obtuvo casi 900.000 votos en la última elección, el 12,8% del electorado. Según la encuesta
Pulso Ciudadano, buena parte son hombres sin posición política definida, la mayor parte son C3
(23,2%) y D (66,4%), es decir, la llamada clase media emergente que vive en constante riesgo de caer en la pobreza. Por otra parte, son personas que han aprendido a rascarse con sus propias
uñas y sabido sortear las injusticias, pero también las oportunidades que les ofrece el modelo neoliberal. Son estas personas las que habrían votado Rechazo en el plebiscito de septiembre de 2021 por temor a que les cambien las reglas del juego. Esta lógica es la que refuerza el PDG,
potencian la figura del emprendedor anti-estatista, pero que demanda más seguridad ciudadana y
“mano dura”, con un fuerte control del orden público. El mismo Parisi ha instalado un relato de sí como un “self made man”, un hombre que se ha hecho solo a sí mismo, de modo que cualquiera de sus seguidores también puede lograrlo, solo basta tener nociones básicas de economía, y la voluntad de emprender y superarse porque: “Querer es poder”.
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El diputado Fidel Oyarzo aclara las ideas fuerzas que guían a su partido. “Nuestra propuesta en la Nueva Constitución es un Estado unitario, el respeto a los emblemas patrios, la igualdad ante la ley, el derecho de propiedad, un congreso bicameral. La gente se manifestó en un 62% por
muchos de estos temas”. Como se aprecia, los postulados del PDG no se diferencian de los que tiene Republicanos y CHileVamos, y queda claro que les preocupan más los emblemas que los derechos sociales o asegurar la protección al medio ambiente. Por su parte, en su declaración de principios, el PDG afirma un “compromiso por el fortalecimiento de la democracia y los DDHH acorde con el Derecho Internacional”. Sin embargo, apoyan la reposición de la pena de muerte, y
critican la institucionalidad internacional y jurídica que sustenta la ONU, organismo desde donde precisamente emanó buena parte del actual Derecho internacional. Debe ser porque prefieren darle el gusto a sus votantes que apoyan la mano dura, por eso no extraña que alguien como Gaspar Rivas se autodenomine como “El Sheriff”.
El populismo siempre intenta desmarcarse de los proyectos ideológicos presentes en la sociedad,
emergiendo como alternativa en periodos de álgida conflictividad social, pero manteniendo, al final del día, el mismo orden establecido de los poderosos que dice cuestionar. En el plano discursivo históricamente ha planteado una crítica tanto al liberalismo como al marxismo (no somos ni de derecha ni de izquierda), sin embargo, mantiene la narrativa del ascenso social y del esfuerzo individual, con una meritocracia y movilidad social que, en la práctica, no existen. El
Francia, Marie Le Pen, el actual paradigma del populismo, ha sabido utilizar este discurso y ha logrado conquistar no solo al votante de la derecha más dura, sino que también a los antiguos votantes de izquierda desencantados de los gobiernos Socialistas Neoliberales de Hollande, y del derechista liberal de Macron, pues ninguno ha logrado solucionarle sus problemas básicos,
sumado a la grave crisis migratoria proveniente de África, y que ha potenciado los sentimientos
xenófobos en la población. Cualquier semejanza con la actual realidad chilena, no es mera
coincidencia.
En el caso de Parisi, su supuesta neutralidad política no es tal. Y si bien en 2013 dijo que en
segunda vuelta no apoyaría ni a Bachelet ni a Matthei, en 2021 optó por a apoyar sin condiciones
a José Antonio Kast, porque “Boric se dedicó a atacar al PDG”. Sin embargo, su coqueteo con la
ultraderecha venía de antes. A mediados de 2019, y aún estando alejado de la política, Raúl Meza, el famoso abogado de los militares presos en Punta Peuco buscó convencerlo para que volviera a
la política y asumiera el cargo de vicepresidente y director del área económica del Fuerza Nacional,
partido político pinochetista en formación. Posiblemente, si no hubiera tenido un espacio en la TV,
Parisi habría continuado como profesor de economía. Lamentablemente el “periodista” Julio César Rodríguez se ha especializado en darle visibilidad y tribuna a este tipo de personas: Parisi, Gino Lorenzini, Rafael Garay, la Dra María Luisa Cordero, etc. Gente que solo ha venido a enlodar aún más la política y, sobre todo, haberle dado vitrina alguien que, en los próximos años, perfectamente puede encabezar un proyecto populista de ultraderecha.
Por Cristián Martínez Arriagada
Cientista político