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Desde su nacimiento marca uno, si no el más grande, hito en la historia de la lucha armada en contra del sistema Opresor imperante en el Chile de Pinochet.
Es a finales de la década del 80 y sus primeros años nacientes, que se fue fraguando a martillazo artesanal y temerario, el acero templado que vendría.
La Política de Rebelión Popular, el más alto escalón en los niveles de lucha aportado por el Partido Comunista de Chile, fue el punto de partida para ese conjunto en ciernes.

El cíclico rumbo histórico determinado violentamente por la oligarquía y sus fuerzas armadas, pondría de manifiesto, lo inconcluso de la lucha por una real independencia. Y es ese trance, ante una nueva arremetida, la que trae de vuelta la mítica figura de Manuel Rodríguez, que empieza a recorrer audazmente y sigilosamente los territorios, sembrando en el ambiente una sensación de esperanza, de acompañamiento.
En cada protesta se escuchaban voces preguntando cuándo el Frente cortaría la luz para actuar en contra las fuerzas represoras.
Y vendría la barricada voluntariosa, el cadenazo al tendido eléctrico, el apagón nacional que silenciaba la propaganda Goebbeliana del régimen y los medios de la lumpenburguesía.
Las acciones milicianas eran esperadas y aplaudidas en aquellas poblaciones donde hambre se utilizaba como un arma de guerra. Cientos de personas hilvanando una fila para recibir una bolsa de mercadería en los camiones dispuestos por el Frente Patriótico, a modo de rescate por la captura de Conspicuos militares.
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Sería motivo de varios libros y enciclopedias, nombrar y pormenorizar todas las acciones en las cuales estuvo envuelto el Frente. Tanto aquellas más públicas, como aquellas que hasta el día de hoy permanecen en el anonimato.
El Frente Patriótico Manuel Rodríguez, fue el único grupo que pretendió ajusticiar al Tirano, el 7 de Septiembre de 1986. Con un proceder visionario, 20 años atrás supusieron que el Tirano se libraría de cualquier castigo si no se hacía algo al respecto.
Fue tanto el protagonismo del Frente que esta situación comenzó a dar urticaria a sus fundadores. De aprendiz, el Frente pasó a maestro y de maestro pasó a guía de miles.
Fueron años en que los asesinos miraban dos veces sus sombras, tiempos de rendición de cuentas. El miedo de los opresores los hizo cambiar de riendas. El temor de ver que el Pueblo se defendiera les aterró hasta los cimientos.
Aterrorizados los Estados Unidos, se vieron obligados a ofrecer una salida pactada con la Dictadura militar.
Y con olfato oportunista se congregaron las hienas hambrientas, dispuestas a satisfacerse con la carne y la sangre desparramada, en busca de poder y status, en un festín que bautizaron como “recuperación de la democracia”.
Entonces el Frente se dividió, unos pretendían cambiar el sistema a través de las armas, otros a través de los votos. No hubo acuerdo, los del voto, le dieron la espalda a los de las armas y estos últimos se quedaron con lo mínimo.
A gritos pedían algunos que se desmantelara el Frente Patriótico, que ya no era necesario. Que solo eran cabezas calientes. La gran militancia estuvo ignorante del proceso de tiras y aflojas. Las cartas estaban echadas. Cartas marcadas y fabricadas en USA.
Ese mismo padre que le dio la vida a ese joven Manuel, lo dejó abandonado a su suerte. Y esgrimió las mismas causas que usó contra el Che Guevara y Fidel. Que eran aventureros, arrebatados, cabezas calientes, simples y pobres foquistas, que las condiciones no estaban dadas, la correlación de fuerzas y otras macanas. (Como si la correlación de fuerza de voto fuera favorable)
Después vino la tergiversación, la mentira, la humillación. El frente se había transformado en puma andino Indomable. A la par se cae la Catedral de Comunismo y esto sirve para que tanto, rojos como verdes y amarillos griten a los cuatro vientos que toda lucha es del pasado.
Y ahí quedó abandonado ese león austral combatiente, solo en su soledad.
La muerte de Raúl Pellegrin y Cecilia Magni, en una acción de propaganda armada allá en el sur, debió alegrar tanto a tintos como blancos, que veían en la “democracia pactada”, una insuperable oportunidad para el afianzamiento de un modelo que interpretara y garantizara sus intereses. Ya no estaría el cuestionamiento, ni parecería incómodo, ni vergonzante, el viraje revisionista de una “izquierda” aburguesada al estilo europeo.
A pesar de la derrota política-militar, muchos del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, sin abanicarse con ser dueños de la panacea revolucionaria que cura todos los males, supo siempre en qué lado de la vereda histórica quedarse.
Y bien, mal, mediocre o genial, NADIE, absolutamente nadie puede siquiera acusar de inconsecuentes o movidos por ambiciones personales a estos legendarios Manolos.
Salvo aquellas excepciones, que motivados por incapacidades ideológicas, deformaciones políticas, y una profunda mezquindad y narcisismo, llevaron a la organización a un abismo ideológico, a un suicidio político asistido, a la degradación de los valores y concepciones revolucionarias.
A pesar de lo vivido, se rumorea que el mito de Manuel cura sus heridas y ya camina, trabaja callado. Estudia, aprende, se actualiza y observa todo atento, la cotidianeidad le va dando la razón a diario.
Manuel de a poco va susurrando su opinión, de apoco su voz se va mezclando de voz popular, nacional y continental.
Puede ser, que antes de lo que muchos esperan, su voz será el grito que cabalga de nuevo, será trueno que haga temblar a los cobardes, renovados, indiferentes y traidores.
En este resumido relato, es pertinente y a modo de advertencia, de consejo, de aclaración, que :
“Si un combatiente te pide el pan y el vino,
si un rodriguista detiene su caballo,
no pongas un candado en tu conciencia
ni niegues tu mano a los que en la calle están”.*
Pero ponga “ojo, pestaña y ceja”, porque puede que sean los impostores, los charlatanes, mitómanos, embaucadores, estafadores y el lumpen disfrazado de revolucionario con su discurso incendiario, que se acerque sin pudor, ni vergüenza alguna, para aprovecharse de la situación, para desprestigiar la historia.
Esa historia que está caracterizada por los elevados valores humanistas y éticos, y que describe, de forma clara, la conducta intachable de la lucha de muchos ayudistas y rodriguistas, que mantuvieron y sostienen como siempre el estandarte de la dignidad, “tan alta como la cordillera de los Andes”.
Para su bien, los impostores son reconocibles por sus sellos y etiquetado, andan como modelos de pasarela con banderitas y pañoletas, son fantasiosos, facinerosos, bravucones y pendejos, también son huérfanos políticos, y han estado siempre en el vaivén, en la contradicción, y en el oportunismo. Son como un café sucedáneo, o como un producto de mercado que asegura un “sabor idéntico al original”.
“Ahora, con esta democracia naciente que viene a disfrazar la dictadura y sus crímenes, se avecinan tiempos difíciles para los revolucionarios, intentarán destruirnos, el enemigo nos cercará, nos aniquilará, destruirá nuestra logística y las comunicaciones, mellarán nuestra confianza, nuestra moral, intentarán aislarnos del pueblo. Intentarán perpetuar su modelo de dominación económica y política, intentarán maquillar y legitimar la esencia de un sistema injusto y criminal. En ese difícil escenario que se avecina, quedaremos muchas veces aislados, sin provisiones, sin medios, cercados, agobiados, muchos de nosotros posiblemente caeremos. Sin embargo, en este difícil momento se define el carácter histórico de nuestra lucha, no debemos dejar de luchar, mantener la lucha irrenunciable del pueblo por la dignidad y la justicia”, el pensamiento premonitorio de Raúl Pellegrin a pocos días de su asesinato en 1988.
“Patria Nueva”
“Patria Nueva”
El 7 de septiembre de 1986, un grupo de operaciones especiales del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, estuvo a punto de concretar un “tiranicidio”, el ajusticiamiento de Augusto Pinochet, uno de los responsables del asesinato de miles de personas, la desaparición, el exilio, la tortura y sistematización del terrorismo de estado en Chile.