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¡Que se vaya!

Pocas veces en la Historia de una nación se llega al extremo de desear “Que se vayan todos”. Todos los politicastros profesionales que han vivido mamando durante décadas, esquilmando, estafando, robando, y sirviéndole de esbirros al gran capital extranjero. A eso hemos llegado en Chile. La estabilidad política es a ese precio: la desaparición de la costra política parasitaria.

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