
Un Estado paradojal
Un Estado abandonado a los intereses de un grupo de privilegiados… no es un Estado. Es un feudo. Una paradoja es una afirmación contraria a la percepción común. Estado paradojal… no es un Estado. Es una boludez sin nombre.
Un Estado abandonado a los intereses de un grupo de privilegiados… no es un Estado. Es un feudo. Una paradoja es una afirmación contraria a la percepción común. Estado paradojal… no es un Estado. Es una boludez sin nombre.
“En el período Eisenhower, seríamos héroes”, dijo Henry Kissinger al presidente Richard Nixon varios días después del derrocamiento de Salvador Allende en Chile, lamentando que no recibirían crédito en la prensa por este macabro “Logro de guerra”. 50 años después, mientras los chilenos y el mundo conmemoran el aniversario del fatídico golpe gorila, está más que claro, que Estados Unidos a través de la CIA comandó la “batalla” desde las sombras.
La operación militar especial de Rusia en Ucrania -que ya cumple dieciocho meses-, desveló además del nazismo, la trama de biolaboratorios, armas biológicas y experimentos perpetrados por el gobierno de Estados Unidos, sus agencias y empresas extraterritoriales. Los biolaboratorios realizaban experimentos extremadamente peligrosos para reforzar las propiedades patógenas de la peste, el ántrax, la tuleramia, el cólera y otras enfermedades mortales recurriendo a la biología de síntesis.
Felipe Portales ofrece aquí la tercera parte de su notable texto sobre los 50 años de neoliberalismo en Chile, poniendo en evidencia el consenso entre derecha e “izquierda” a la hora de compartir el poder, sus ventajas, y el producto del pillaje a que han sometido al país.
A lo largo de la Historia del campo de flores bordado, el pueblo chileno existió de manera efímera, intermitente, como esas luces del faro que a lo lejos, en medio de una neblina vesperal, aparece y desaparece en una incertidumbre de angustia.
Armando precisó: “El pueblo de Chile existió solo durante los mil días de la presencia de Salvador Allende en La Moneda”. El resto del tiempo, el pueblo chileno nunca fue sujeto de su propio destino, fue apenas –y sigue siendo– objeto de la depredación de intereses ajenos.
En este medio siglo de distorsión y olvido, el negacionismo vuelve a ser enarbolado, como siniestra bandera, por la fortalecida derecha política, su consorte económica de empresarios venales, y sus fieles adláteres, ya sean estos acomodados, medio pobres o pobres de misericordia, pues lo que no une el estatus, lo amalgama la ignorancia del desclasado aspiracional, ciego defensor de sus amos. Sólo nos resta porfiar en la memoria y oponernos a la turbia ceguera del olvido.
Si la definición que ofrece el diccionario del concepto Transición es justa… estamos mal. Esa definición dice: Transición: Acción y resultado de pasar de un estado o modo de ser a otro distinto. Visto que estamos en las mismas… ¿Dónde está la transición?.
El libro de Ricardo Martínez no resuelve lo que precede. Si el diario La Jornada, -que tuvo el privilegio de conocer de antemano algunas páginas de su libro-, tiene razón… se trata de una primera piedra, un guijarro, en la construcción de la verdad. Para construir un país decente hace falta mucho más que eso.
En la Historia, después de las batallas venía el saqueo… En Chile vino, y dura ya 50 años gracias a la buena voluntad de la dictadura, la Concertación, y SU democracia.
Chile, tierra de magnicidios. Ni Salvador Allende, ni los generales Schneider y Prats, ni Eduardo Frei, ni tantos otros, murieron de muerte natural… Los golpistas y otros criminales deben ser castigados. Juan Pablo Cárdenas agrega una categoría relativamente poco mencionada… Quienes se supone que debían hacer Justicia*.
Belisario Velasco era de la Democracia Cristiana, de esos partidos que junto a la derecha se opusieron y boicotearon al gobierno de Allende, financiados generosamente por el departamento de estado norteamericano. De esos sectores que instigaron el golpe del 11 de septiembre de 1973, con la esperanza de que los milicos mercenarios les entregaran el poder lo antes posible. Pero eso tardó 17 años, con otra intervención estadounidense, esta vez financiando la oposición (entre ellos la DC), a un Pinochet que ya no les servía.
Se olvida que el modelo de sociedad extremadamente neoliberal que impuso violentamente la dictadura, fue luego legitimado, consolidado y profundizado pacíficamente en los “30 años” y “seguimos”…
Muchos parlamentarios, para no hablar de los ministros e incluso del presidente, no leen de corrido. Por eso se impuso una suerte de novlengua, -el sub-idioma revelado por George Orwell en su obra “1984”-, un volapük en curso de degenerescencia plagado de muletillas y frases hechas con las que se practica la ecolalia.
Ese es el tipo de lenguaje al que nos tiene habituados la satrapía que controla el país, una jerga idiota que sirve para ocultar la realidad y para impedir la reflexión.