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“Golpe en Bolivia”

Desde 1946 Bolivia experimentó 38 golpes de Estado entre aquellos que resultaron exitosos, los que fracasaron y los que quedaron solo en conspiraciones. El último de estos fue el encabezado por la derechista y fanática religiosa Jeanine Añez (2019-2020), sentenciada a 10 años de prisión acusada de ocupar la presidencia de manera ilegal con el posterior derramamiento de sangre.

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Escribe Cristián Martínez Arriagada, Cientista Político.

América Latina debe unirse a favor de la democracia…un Golpe antidemocrático se enfrenta con la movilización generalizada del pueblo” (Gustavo Petro, presidente de Colombia)

El mandato del actual gobierno debe concluir el 8 de noviembre de 2025. Cualquier intento como éste no es otra cosa que un Golpe de Estado”. (Carlos Mesa, ex presidente de Bolivia)

La secretaría general de la OEA no tolerará ninguna forma de quebrantamiento del orden constitucional legítimo en Bolivia” (Luis Almagro, secretario gral de la OEA)

No podemos tolerar ningún quebrantamiento del orden constitucional en Bolivia o en otro lugar” (Gabriel Boric, presidente de Chile)

Luego de la asonada golpista ocurrida estos días en Bolivia, la comunidad internacional se manifestó apoyando el gobierno democrático de Luis Arce. Llama la atención que el ex presidente boliviano Carlos Mesa, un opositor de Arce, manifieste claramente que este hecho fue un intento de Golpe de Estado. En cambio, la declaración del presidente Boric parece un copy paste del texto del secretario general de la OEA. Esto no debiera sorprendernos tanto, es otra manifestación de la tibieza de Gabriel, y su dificultad de nombrar las cosas como son.


YouTube / Geopolítica Siglo XXI / Análisis Internacional / Pablo Jofré Leal

 

Lo cierto es que esta situación nos remite a la feble tradición democrática constitucional boliviana. El país altiplánico tiene la triste fama de tener el mayor récord de golpes de Estado en la región. Desde 1946 Bolivia experimentó 38 golpes de Estado entre aquellos que resultaron exitosos, los que fracasaron y los que quedaron solo en conspiraciones. Sin embargo, hubo 17 golpes de Estado exitosos, 17 intentos y 4 conspiraciones frustradas. El último de estos golpes fue el encabezado por la derechista y fanática religiosa Jeanine Añez (2019-2020), quien está sentenciada a 10 años de prisión acusada de ocupar la presidencia de manera ilegal con el posterior derramamiento de sangre.

Los tanques en la Plaza Murillo terminaron siendo una especie de farsa que podría haber derivado en tragedia, en un clima político crecientemente deteriorado por las disputas en el interior del Movimiento al Socialismo (MAS), hoy fracturado en dos alas: los evistas y los arcistas. El miércoles 26 de junio el comandante general del Ejército, Juan José Zúñiga, quien había sido destituido el martes en la noche, pero se negaba a reconocer la decisión presidencial, ocupó la emblemática plaza con tanquetas. Utilizó incluso una de ellas para abrir por la fuerza la puerta del Palacio Quemado.

El Palacio Quemado siendo atacado por tanques nos recuerda la triste historia de nuestro propio palacio de gobierno. Pero hay otros elementos que nos remiten al golpe militar chileno, por ejemplo, la división al interior del MAS recuerda la división al interior de la UP y sus dos almas. Por otra parte, también tenemos desabastecimiento y un alza inflacionaria, y días previos a la intentona del general Zúñiga, el presidente Arce debió reunirse con urgencia con los mandamases de los camiones, quienes pretendían este jueves iniciar una huelga nacional. Es cierto que los procesos políticos no pueden extrapolarse y cada país tiene su propia trayectoria histórica, sin embargo, la Política Comparada, puede realizar análisis a partir de situaciones semejantes.

La asonada golpista de Zúñiga se asemeja mucho a la intentona del Tanquetazo de junio de 1973, encabezado por el teniente coronel Roberto Souper, que fue un ejercicio militar previo al Golpe definitivo de septiembre. Es posible que en un par de meses veamos a otro militar encabezando un golpe mucho más preparado en Bolivia, pues quedó en evidencia que dentro del mundo castrense hay incomodidad con las políticas llevadas a cabo por el MAS. El propio Zúñiga había señalado en una radio que “detendría a Evo Morales si él insistía en postularse a la presidencia en 2025.” A esto, debemos sumar que la elite boliviana es tanto o más reaccionaria y clasista que la chilena, y siempre se ha escudado en las fuerzas militares para realizar su cometido. Solo basta recordar su apoyo a Hugo Bánzer tanto como dictador (1971-1978), y luego como presidente constitucional (1997-2001) y que luego aplicó una política neoliberal, privatizando el agua, generando con ello la “Guerra del Agua”, primer antecedente que convocó a las organizaciones sociales del altiplano, y que años después llevaría al poder a Evo Morales.

Pero no todo el peligro proviene de afuera, el gobierno del MAS también debería hacerse una autocrítica. El ciclo dorado de los hidrocarburos y su nacionalización por parte de Morales parece que está terminando, y tanto Morales como Arce han sustentado sus políticas públicas en base a esta riqueza. Sin embargo, todo tiene un término, y es necesario realizar un salto para tener un desarrollo estratégico sustentable. La escasez de dólares y combustibles deja ver un agotamiento del modelo aplicado desde 2006, cuando Evo Morales fue elegido como el primer presidente indígena y dio inicio a la “Revolución democrática y cultural”, que en el plano económico desplegó un “populismo prudente” muy pendiente de no aumentar el déficit fiscal y de acumular reservas de divisas récord en el Banco Central. 

La disyunta de Bolivia es la siguiente: El presidente Arce no tiene cómo refinanciar su modelo socio-económico. Como el riesgo país se ha elevado mucho, recurrir a los mercados de bonos soberanos le resultaría muy oneroso. Los créditos convencionales que ha conseguido en el último tiempo no se desembolsan porque no cuentan con la aprobación del parlamento, donde el presidente carece de mayoría a causa de la división del MAS, y puesto que no piensa tocar las puertas del Fondo Monetario Internacional, a los únicos dólares que Arce podría recurrir es a los que generan los exportadores, pero estas son divisas cada vez más escasas porque estos empresarios prefieren conservarlas fuera del país. (El clásico patriotismo de la ultraderecha)

Es de esperar que no prospere otra asonada golpista, pero en Bolivia eso nunca se sabe, y su historia reciente, tanto en el siglo XX como en el año 2019, nos hace suponer que hay muchas posibilidades que aquello si ocurra.


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