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Ni tan demócrata…

Belisario Velasco era de la Democracia Cristiana, de esos partidos que junto a la derecha se opusieron y boicotearon al gobierno de Allende, financiados generosamente por el departamento de estado norteamericano. De esos sectores que instigaron el golpe del 11 de septiembre de 1973, con la esperanza de que los milicos mercenarios les entregaran el poder lo antes posible. Pero eso tardó 17 años, con otra intervención estadounidense, esta vez financiando la oposición (entre ellos la DC), a un Pinochet que ya no les servía.

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Belisario Velasco era de la Democracia Cristiana, de esos partidos que junto a la derecha se opusieron y boicotearon al gobierno de Allende, financiados generosamente por el departamento de estado norteamericano. De esos sectores que instigaron el golpe del 11 de septiembre de 1973, con la esperanza de que los milicos mercenarios les entregaran el poder lo antes posible. Pero eso tardó 17 años, con otra intervención estadounidense, esta vez financiando la oposición (entre ellos la DC), a un Pinochet que ya no les servía.

El negocio de los gringos era instalar “democracias” proclives a sus intereses, que no quisieran cambiar el modelo neoliberal y por supuesto fueran un aliado de la política exterior de EEUU.

Así se instalaron en la Moneda, sucesivos gobiernos de la Concertación y la derecha, que lejos de acabar con la herencia impuesta a sangre y fuego por la dictadura, profundizaron el desarrollo del modelo económico neoliberal, que perdura hasta hoy, cuya administración actual, está bajo un gobierno que se autodefine de “izquierda”, pero contradictoriamente se dice continuador del “legado” de estas últimas décadas neoliberales post Pinochet. Es más, el gobierno de Boric dice representar los principios ideológicos de Allende, pero a la vez le rinde tributo al golpista de Aylwin con un monumento y deslegitima al gobierno de la Unidad Popular, lo que demuestra una grotesca ambigüedad y un vergonzante acomodo político, propio de un personaje narcisista y mitómano.

Si bien Belisario Velasco, aparece como uno de los firmantes de un documento en que militantes democristianos se oponen al golpe, su historia no es tan distinta de aquellos personajes que, siendo “izquierdistas” y “allendistas”, reculan y terminan cambiando su discurso y poniéndolo a disposición de una democracia solapada y sucedánea, que tenía como compromiso, terminar con cualquier vestigio de la resistencia armada a la dictadura. Lo que era una de las principales preocupaciones de Washington, pues estos no querían otra revolución en el continente como la de Cuba o Nicaragua, lo que determinó un proceso de transición pactada, que obligó la salida de “Augusto” y su pandilla lumpen. Salida entre comillas, porque después del plebiscito de 1988, el gorila siguió como comandante en jefe de las fuerzas armadas y después las ofició de SENADOR VITALICIO, nombrado por el mismo.

En el momento en que Washington insta a la «oposición» a iniciar negociaciones con el dictador en los últimos años de la década de los 80, ya se venía preparando, en paralelo, una organización que cumpliera con el compromiso de desbaratar lo que quedaba de la insurgencia, principalmente las fuerzas político militares que habían alcanzado cierto nivel en la lucha, y en ese contexto, el intento de tiranicidio por parte del Frente Patriótico Manuel Rodríguez en septiembre de 1987, fue una de las acciones que encendió las alarmas y el apuro en el imperialismo.

En esta coordinación anti insurgente confluyeron representantes de variados colores políticos, con posiciones revisionistas de lo que había sido la experiencia de la Unidad popular, que llevó a Allende a la presidencia, sobre todo aquellos que se «transformaron» en el exilio europeo.

"Víctor Jara, nunca podrán borrar tu legado" 

Tal como en la conjunción pública de “partidos por la democracia“ libreteados por Washington para liderar la transición a la democracia tras la “derrota” de Pinochet en 1989, es que también se produjo la asociación, de lo que serían los pilares en la construcción de una agencia de inteligencia, que se distanciara del carácter represivo de los aparatos de la dictadura, pero que consiguiera neutralizar de forma eficaz, camuflada y con otras formas “más democráticas” al “enemigo interno”, bajo esa premisa se crea lo que se conoció como la «oficina». 

Fue un proceso en el que la recopilación de datos, la infiltración, las operaciones encubiertas, las tácticas de falsa bandera, más las operaciones psicológicas para la disensión, el fraccionamiento y la agudización de las contradicciones, tuvieron como resultado, entrar holgadamente en un campo de batalla en que el “enemigo interno” se encontraba desmoralizado, llegada la “democracia”.

En esta operación de contrainsurgencia, a los asesoramientos de la CIA en el caso de la militancia democristiana, se les unieron las escuelas contrainsurgentes francesas y españolas, cuyas estrategias fueron puestas en práctica por la militancia socialista renovada, que junto a decenas de mercenarios y desertores de la izquierda, contribuyeron a la derrota de la resistencia político militar, considerando también, la desmoralización y deformación de la misma.

Belisario Velasco y Jorge Burgos, entre los democristianos, más los socialistas Marcelo Chilling y Oscar Carpenter, entre otros muchos, y muchos. Eran parte de ese andamiaje que, entre las sombras, imitaron la “guerra sucia” de los servicios secretos de Francia y España, en los GAL(Grupos Antiterroristas de Liberación), contra la ETA*, en el periodo de Gobierno del pseudo socialista Felipe González.

“Creo que ‘La Oficina’ hizo un gran trabajo y el país se lo debiera agradecer. No fue represión. Patricio Aylwin encargó que se desarticulara a esos grupos, y no que se liquidaran. Era una tarea difícil y necesaria para el país. Las críticas, por supuesto, venían desde los sectores ultras que querían seguir asaltando bancos en poblaciones, camiones que iban con mercadería, etcétera. Y había que ponerle fin a eso de forma democrática”, diría Velasco en 2016.

Pero lo cierto, es que sí hubo ejecuciones, como es el caso de dos jóvenes rodriguistas, Fabián López Luque y Alexis Muñoz Hoffmann, que fueron ultimados por un grueso contingente de carabineros el 22 de enero de 1992, en la comuna de Nuñoa. La decisión de ejecutar a los jóvenes, pese a su rendición, era para dar un escarmiento social y cumplir con los compromisos pactados en la transición.

Velasco fue uno de los pocos que participó en la celebración de los 30 años de vuelta de la “democracia”, invitado por el gobierno de Piñera en marzo de 2020, y que era cuestionado en ese entonces por la crisis y violaciones a los derechos humanos durante el estallido social de 2019, declarando en ese momento: “En materia de seguridad y orden público le falta algo que yo hice como subsecretario del Interior durante 9 años, que es tener información oportuna, porque la información es la inteligencia de la seguridad. Yo tenía informantes, y por ende, la información que requería, y así pude adelantarme a los hechos, porque la tarea del ministerio del Interior es anticiparse y no actuar después y decir «me voy a querellar por la Ley de Seguridad del Estado». Refiriéndose al ministro del interior de Piñera.

En otras intervenciones, Belisario Velasco, no escondía su lineamiento ideológico de control represivo y en defensa de los intereses de su clase política, la gran mayoría latifundistas, asegurando, por ejemplo, que en La Araucanía hay existía terrorismo y era necesario “actuar muy firmemente”. Enmascarando el rol invasor y protector del estado, con los intereses capitalistas, y desconociendo la propiedad ancestral de la tierra al pueblo Mapuche.

Velasco, como muchos de los que aparecieron durante la dictadura, fueron personajes oportunistas tras el dinero, pues había mucho financiamiento que llegaba de distintos lugares del mundo a organizaciones, sindicatos y partidos. Es una historia que se repite hoy, y que reafirma el dicho, “con plata baila el monito”.

*Euskadi Ta Askatasuna (ETA; «País Vasco y Libertad» en euskera) fue una organización independentista vasca.

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