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Patriarcal Kastitución

Entre racismo y sexismo, entre casa y ruca, entre calidad de vida y buen vivir, aún, pasados quinientos años: abismo multicultural. Ambos textos, tanto el de Luis de Valdivia como el de la Propuesta del Consejo (más Comisión Experta), apelan a la conciencia masculina disciplinada-disciplinadora en la posición patriarcal de la cristiandad.

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Escribe Jorge Gutiérrez Pizarro

En este escrito exploro reflexivamente la Propuesta de Nueva Constitución del Consejo Constitucional próxima a plebiscitarse, desde una perspectiva crítica de género, buscando elementos que digan en su discurso presencia de rasgos patriarcales, según la idea de familia, en este caso, de la cristiandad trinitaria que llega por la Conquista iniciada en 1492 y que el Partido Republicano de Chile radicaliza desde ala Opus Dei y/o ultracatólica pinochetista-franquista.

El artículo sobre la eliminación de contribuciones muestra visión de mundo que apela a una familia dirigida -privada y públicamente- por “un jefe de hogar”, que sería un hombre masculinizado, poseedor de familia e “inmueble”. Explorando el patriarcado en la Propuesta del Consejo, teniendo como disposición principal valorar crítica y reflexivamente la “cultura de equidad”, “inclusión” y “respeto a las diversidades” como supuestos fundamentos de la dignidad humana, desde un enfoque disciplinar-profesional relacionado (en mí caso, en tanto link existencial) con el pensar filosófico y educacional, en este coyuntural texto pretendo ensayar lectoescritura conceptual sobre temas problemáticos en ética, género, cultura, educación y justicia a partir de esta Segunda Propuesta de Nueva Constitución.

Según dictan sus primeras páginas, “fue elaborada y aprobada por el Consejo Constitucional, elegido el día 7 de mayo de 2023, a partir del anteproyecto elaborado por la Comisión Experta, nombrada por la Cámara de Diputadas y Diputados y el Senado. El Consejo se instaló el día 7 de junio de 2023 y desarrolló su trabajo desde esa fecha y hasta el día 7 de noviembre de 2023”.

El 17 de diciembre de 2023 será llevada a Plebiscito bajo inscripción automática con voto obligatorio. A mí parecer, en este momento, sí hay multiplicidad de debates para hacer opinión que ayude a argumentar voto político. Los tópicos más controversiales han sido la eliminación de las contribuciones, la permisividad con el narcotráfico y delincuencia, la “constitucionalización” de AFP e ISAPRE (en la figura subsidiaria de “prestación social”), la objeción de conciencia institucional, el entorpecimiento de la interrupción del embarazo en tres causales, la “inexpropiabilidad” por el Estado de recursos de la pensión individual, que beneficiará a deudores alimenticios, o el descontrol de corrupción política y uso privado de recursos públicos.

Si bien hay muchos otros temas que también vale examinar, dicho sea de paso -al parecer- una de las propuestas que socioéticamente afectaría más directamente a la población general -sus condiciones de vida inmediatas- podría ser eliminar contribuciones, porque reduce el presupuesto de comunas que más necesitan del Fondo Común Municipal (Las Condes y Lo Barnechea dependen menos de 2% del Fondo Común Municipal, Cerro Navia 86% y Lo Espejo 73%. Aumenta desigualdades, hasta climáticas, pues comunas pobres no tendrán áreas verdes).

"Víctor Jara, nunca podrán borrar tu legado" 

Es así como el Capítulo II, Artículo 16, Número 29, Letra C, toma el tono de apelación como de confesionario o sermonario antiguo; el tono de familia patriarcal propio de la cristiandad. Incluso, por ejemplo, muy parecido a la idea de hombre y familia de los textos catequéticos que confeccionó el jesuita Luis de Valdivia (1561-1642) próximo a lo que hoy llaman Concepción en 1606, para conquistar espiritualmente a los “indios rebeldes del Reino de Chile”.

Escribe Valdivia en su Confesionario: “¿Estás amancebado? ¿O tienes alguna ocasión de estar en pecado? ¿Eres soltero? ¿O casado? ¿Quién te casó? ¿Dónde? ¿Y cómo? ¿Qué oficio tienes? ¿Y de qué vives? […] ¿Has enseñado la doctrina Cristiana y buenas costumbres a tus hijos y familia, o hecho que vayan a aprenderla? ¿Has hecho que se confiesen cada año? ¿Has reprehendido y castigado tus hijos cuando son malos o has disimulado tus vicios? ¿Has maltratado a tu mujer? ¿O echádole maldiciones? ¿O a tus hijos o criados? ¿Y esas maldiciones han sido de corazón? ¿Has proveído y dado a tu mujer e hijos lo que han menester?”.

Tono y apelación que en el artículo sobre contribuciones de esta Propuesta son del mismo modo patriarcal que la usanza de la Cristiandad de la Conquista, intentando reproducir su modelo de familia patriarcal, monogámica y heteronormada, desde el disciplinamiento de conciencia por interpelación al mandato masculino -por ejemplo, como menta Segato.

Dice la Propuesta en la Letra C, Numero 29 del Artículo 16: “El inmueble destinado a la vivienda principal del propietario, sea que la habite solo o con su familia, en su caso, estará exento de toda contribución e impuesto territorial. Las excepciones legales a esta exención solo podrán fundarse, en forma conjunta, en el alto avalúo fiscal de la vivienda principal y los ingresos del contribuyente y de su familia”.

Entre racismo y sexismo, entre casa y ruca, entre calidad de vida y buen vivir, aún, pasados quinientos años: abismo multicultural. Ambos textos, tanto el de Luis de Valdivia como el de la Propuesta del Consejo (más Comisión Experta), apelan a la conciencia masculina disciplinada-disciplinadora en la posición patriarcal de la cristiandad: apelan al alivio o dolor de culpa de un sujeto masculino que desarrolla familia monogámica-heterosexual y posee un “inmueble”.

Es su libertad.

De este modo, el “dispositivo persona” (Foucault por Agamben) de Adam Smith está radicalizado y pasado por un manto aún mayor de individualidad machista. Por ello, la soberanía de derechos de la ciudadanía o la naturaleza en su “socialidad” (Tsing) está desplazada por un desarrollo económico liberal y un conservadurismo moral ultracatólico. A través de la “eliminación” de contribuciones de la primera vivienda, lo que se asume -en el fondo- es el régimen patriarcal de la “dueñidad”, como comenta Segato, entre dueñismo de hombres (tierras, cuerpos de mujeres u otros hombres, flora, fauna, cosas, etcétera) y un neofeudalismo financiero, propio de las nuevas tecnologías cibernéticas.

Entre discurso y política se alojan los esmeros de utopías o distopías. Entre palabra y acción está una propuesta de mundo, con conceptos de vida, salud, educación, trabajo, etcétera. Por ello, se hace imperioso cada vez revisar el entramado textual que esconde como modo civilizatorio un conjunto de letras: ¿Qué discursos introyecta? ¿Qué acciones genera? ¿Qué quiere que hagamos tal o cual discurso?

En este caso, en el análisis propuesto, lo entredicho es la reproducción de los micromachismos (caseros) que se van institucionalizando en la cotidianeidad -como normales. En un caso con la excusa de la conquista espiritual en contexto de guerra defensiva u ofensiva -evangelización-, y, en el otro, con pretexto de eliminar contribuciones de vivienda principal.

Una de las temáticas troncales en este sentido sería la violencia y discriminación de género, así como los macro y micromachismos. En este entendimiento, podría decir que tanto el tono como la interpelación de la Propuesta del Consejo, específicamente, en el artículo referido a la eliminación de contribuciones, porta la reproducción de una cultura familiar propia del patriarcado de la cristiandad (Colmenares, Grosfoguel, Dussel…).

Hasta el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, al hablar de familia y matrimonio tiene tono más sutil, menos patriarcal. Si bien presupone familia normalizada (“natural, “fundamental”), menta: “Art. 10. Se debe conceder a la familia, que es el elemento natural y fundamental de la sociedad, la más amplia protección y asistencia posibles, especialmente para su constitución y mientras sea responsable del cuidado y la educación de los hijos a su cargo. El matrimonio debe contraerse con el libre consentimiento de los futuros cónyuges”.

Este Pacto fue “aprobado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en su resolución 2200 A (XXI) de 16 de diciembre de 1966”, como dice un folleto que me da el Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile, y trata temas como educación, cultura y derechos sociales, que aparecen en retroceso bajo la perspectiva de la Propuesta de Nueva Constitución del Consejo Constitucional.

*

Entonces, para finalizar: ¿Quiénes son los “verdaderos chilenos”? ¿Quiénes son las “personas correctas para tomar las decisiones”? ¿Acaso hombres con propiedades y padres de familia? ¿Acaso volvemos a la sociedad griega -la tan Alta Democracia de la que se habla…- en la que hombres con propiedades y armas podían estar en Asamblea? ¿Acaso esta Propuesta reproduce solo la democracia de “personas” o “individuos” en tanto que sujetos hombres súpermasculinizados bajo la lupa de la cristiandad y su familia heterosexual-monogámica?

Pareciera que sí, que esa es la cosmovisión presentada, la corpopolítica que propone mantener y agudizar: familias normalizadas en la heterosexualidad masculina de visión patriarcal propia de la cristiandad que llega con Modernidad y Conquista.

Faltando menos de días para el Nuevo Plebiscito Reconstituyente, la semana en que por vez primera António Guterres invoca el artículo 99 de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas, instando al Consejo de Seguridad a ayudar a evitar una catástrofe humanitaria en Gaza, justo ahora, me apresto a terminar esta lectoescritura sobre cultura, diversidad y derechos humanos en la Propuesta. Es decir: justo en el día en que Guterres apela a un alto el fuego humanitario y afirma que la población civil no debe sufrir más daños, es que debo darle cierre final a este medial lente que lee la Propuesta del Consejo en su artículo sobre contribuciones, desde una perspectiva crítica de género.

Es así como una de las más contundentes lecturas de la Propuesta es que sigue reproduciendo un lenguaje patriarcal propio de la cristiandad y su modelo de familia masculinizada (bajo la égida del Opus Dei), guiada por un hombre heterosexual, que es quien “posee hijo”, “posee mujer” y “posee hogar”. Es la manera en que se articula la idea de mundo por el imaginario familiar que el artículo de eliminación de contribuciones contiene.

En síntesis, esta Propuesta de Constitución promueve un lenguaje y una práctica que no deja de estar en la esfera de macro/micromachismos que se viven en familias patriarcales, que se moviliza a través del “mandato masculino” del hombre “jefe de familia” o “poseedor de vivienda y mujer”.

[En Contra 1. Chilensis Brexit; diciembre, 2023]

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