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Dormidos en el peso de la noche

El peso de la noche es el mantra -de nueva cuenta- de una clase política que ahora se reduce a disputar una imagen grotesca de autoridad dura, frente a una ciudadanía que, lamentablemente, se encuentra en un profundo estado de somnolencia. Hemos vuelto a ser aquel pueblo sometido a la figura de un todopoderoso político, dormidos en el peso de la noche.

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Escribe Tomás Pérez Muñoz

«La primera impresión que tuvimos, pero de inmediato, es que ese COSENA no había servido para nada»1. Aquella fue la observación que hizo el analista de derecha, Tomás Mosciatti, tras la reunión del Consejo de Seguridad Nacional (COSENA). Ciertamente, tras un nuevo intento frustrado del Ejecutivo de ser condescendiente con las exigencias de la derecha reaccionario, ha resurgido el mantra de combatir a la delincuencia con mano dura. «Vamos a ser unos perros en la persecución de la delincuencia»2 decía el Presidente de la República hace unos meses atrás.

Más allá de la evidente intensión de los medios de comunicación por instalar los asuntos de seguridad y combate al narcotráfico entre las preocupaciones de la ciudadanía, resulta interesante la respuesta que se ha dado de parte de la clase dirigente. Desde hace meses que es posible ver en cada matinal a políticos, tanto de oposición como del oficialismo, reivindicando una autoridad fuerte y robusta que tenga la capacidad de detener la delincuencia. Es una nueva expresión del peso de la noche, el constructo político portaliano que ha caracterizado a la política chilena desde la consolidación del Estado.

«El orden social se mantiene en Chile por el peso de la noche y porque no tenemos hombres sutiles, hábiles y cosquillosos: la tendencia casi general de la masa al reposo es la garantía de la tranquilidad pública»3, escribía Diego Portales en 1832. Así pues, tras la independencia de Chile, comenzó una caótica carrera entre pipiolos y pelucones por dirigir la construcción de la institucionalidad nacional. En ese contexto, el susodicho comerciante sostuvo que la única forma de garantizar el orden al interior del país es mediante una autoridad todopoderosa que actúe frente a una ciudadanía aletargada en el fuerte manto nocturno.

Dicha idea se mantuvo perenne en la historia nacional. Portales ejerció como triministro bajo la jefatura de José Joaquín Prieto, utilizando el poder político como herramienta para perseguir a los opositores. Tras su asesinato, su ideario trascendió: en los gobiernos sucesores de Bulnes y Montt, siguió rigiendo el autoritarismo como una constante. En las revoluciones sociales de 1851 y 1859, ante una ciudadanía que comenzaba a despertar, el ejercicio del poder se volvió más pesado, aplastando cualquier atisbo de incidencia popular en las decisiones del país.

Ocurrió lo mismo a inicios del siglo XX con los movimientos obreros. Frente a la proliferación de un fuerte tejido social que vislumbraba un nuevo amanecer, el Estado portaliano de nueva cuenta actuó para inmovilizar al pueblo con las múltiples matanzas. La masacre del mitin de la carne, en 1905; la matanza de Plaza Colón, en 1906; el exterminio de la Escuela Santa María, de 1907; o la masacre de San Gregorio son solo algunos ejemplos que impugnan la historia de la institucionalidad chilena.

"Víctor Jara, nunca podrán borrar tu legado" 

Visto desde aquella óptica, resulta innegable el legado de Diego Portales en la política nacional. En su libro El fantasma portaliano. Arte de gobierno y república de los cuerpos, Rodrigo Karmy Bolton sostiene que todas las Constituciones que han regido al país (es decir, la de 1833, 1925 y 1980) recogen el mantra del peso de la noche, en el sentido de preservar una autoridad central robusta a fin de adormecer a una ciudadanía amodorrada.

Trasladándonos a la actualidad, podemos ver nuevamente la escenificación de esta frase. Durante las jornadas de protestas del 2019, la consigna Chile despertó vino como anillo al dedo ante al anacrónico lema portaliano. Tras años de somnolencia, la ciudadanía había despabilado para extinguir finalmente el legado de Diego Portales.

La impronta del estallido social, sin embargo, aparentemente solo fue un entresueño. El triunfo del Rechazo en 2022, la proliferación del PDG y el Partido Republicano, sumado a la focalización del debate público en la seguridad y el combate a la delincuencia, han repuesto a los políticos el ideario de la autoridad todopoderosa para actuar frente a una nación sumisa, reinada por un supuesto “caos interno”.

En estos últimos meses, la discusión en Chile se ha resumido a una constante carrera entre quién se muestra más duro, entre quién es el campeón de la mano dura. Es, a toda luz, una nueva materialización del peso de la noche.

No resulta sorprendente que de nueva cuenta la derecha reaccionaria -Chile Vamos y Demócratas- esté exigiendo al gobierno continuar con el COSENA, mismo organismo que fue fundado por una dictadura civil-militar que se autoproclamó de raigambre portaliana, preservando el corte autoritario del comerciante antes mencionado.

«La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa» fue la conjetura que presagió Marx en El 18 de brumario de Luis Bonaparte. Conviene sacar a colación esta frase cuando es posible visualizar que, tras la terrible tiranía de Portales y sus sucesores que forjaron el carácter autoritario del Estado chileno a lo largo de la historia, el peso de la noche es el mantra -de nueva cuenta- de una clase política que ahora se reduce a disputar una imagen grotesca de autoridad dura, frente a una ciudadanía que, lamentablemente, se encuentra en un profundo estado de somnolencia. Hemos vuelto a ser aquel pueblo sometido a la figura de un todopoderoso político, dormidos en el peso de la noche.

Notas:

  1. Bio Bio. (2024, 17 febrero). La liviandad de la mediocridad [Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=wNZgwBy1qU0
  2. Castillo, J. (2023, 22 noviembre). Presidente Gabriel Boric: «Vamos a ser unos perros en la persecución de la delincuencia». ADN Radio.
  3. Melfi, D. (1930). Portales. Universidad de Concepción.

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