La trascendencia de Gladys Marín

Escribe Tomás Pérez Muñoz

Son pocos los personajes históricos que logran trascender y ganarse un espacio de añoranza en el imaginario colectivo. Muchos de ellos terminan olvidados con el letargo del tiempo, a pesar de todas sus acciones en vida. Otros terminan enterrados bajo el juicio inquisidor de la historia, impugnados por sus errores y -en la mayoría de casos- horrores.

Una fatídica madrugada del 6 de marzo de 2005, el pueblo chileno lamentó la partida física de una de esas figuras imperecederas. Tras una dura batalla contra el cáncer, Gladys Marín Millie falleció; dejando un legado de lucha ejemplar que se ha valido para quedar impregnado en la memoria colectiva.

«La paz tiene un elemento de lucha. Luchar por la paz para obtener paz. Bueno, y yo creo que como todo en la vida es una lucha constante, esto también es una lucha constante. La construcción de una nueva humanidad».¹

“Gladys Marín: ‘La vida es hoy y hay que vivirla plenamente todos lo días’

Ciertamente, dicha alocución fue el mantra de vida de Gladys Marín. Nacida en la rural localidad de Curepto, vivió marcada por las rampantes injusticias sociales que aquejaban -y aquejan- al pueblo. A temprana edad, ella ingresó a las filas juveniles del Partido Comunista, donde militaría el resto de su vida. «… y yo, en ese tiempo, me preguntaba, ¿pero por qué las cosas tienen que ser así, por qué no pueden cambiar si las queremos cambiar? Entonces yo tenía, como la inmensa mayoría de jóvenes, un estado de rebeldía latente»² comentaba sobre su juventud.

Por una fuerte vocación social, la incansable luchadora se formó como docente primaria con especialidad en educación diferencial. A poco andar, se hizo con la presidencia de la Federación de Estudiantes Normalistas y posteriormente con la dirigencia de la Central Única de Trabajadores en representación del profesorado.

Ejerció como parlamentaria desde 1965 hasta 1973, año en que su tercera diputación fue interrumpida por el golpe de Estado. «Con orgullo profundo, [de Allende] rescato lo esencial que viene de mucho atrás: la búsqueda de la felicidad. Porque para mí la felicidad es la igualdad social, la democracia y la libertad»³ conjeturaba sobre el legado del presidente Salvador Allende.

Tras la instalación del triunvirato militar en el poder, la persecución política no se hizo esperar. La otrora diputada fue exiliada y, consecuentemente, obligada a separarse de su familia. En el extranjero, Gladys se enteró de la desaparición forzosa de su compañero, Jorge Muñoz.

«Con Jorge nos despedimos sin saber qué iba a pasar con cada uno de nosotros y nunca más nos vimos (…). Desapareció, no sé cuándo desapareció, lo torturaron, no sé cuánto lo torturaron. Lo mataron estos vacas cobardes, pero para mí Jorge es un recuerdo muy hermoso, permanente, pura alegría»⁴.

En 1978 regresa a Chile desde la clandestinidad, pasando de lleno al trabajo partidario y a la rearticulación política de la izquierda. La lucha que emprendió Gladys durante y después del régimen civil-militar le valió para ganarse el odio de la dictadura… y de la Concertación.

Posteriormente a la asunción de Aylwin en el mando del país, Gladys siguió luchando por el esclarecimiento de la verdad y la condena de las violaciones a los derechos humanos. «El responsable principal del terrorismo de Estado, de los crímenes contra la humanidad, Pinochet, sigue haciendo política y dando órdenes. Y eso lo hace porque el Gobierno se lo permite» fue la parte de su discurso en el marco de la conmemoración del 11 de septiembre de 1996 que le costó una querella del tirano, derivando en un breve período de encarcelamiento⁵.

En enero de 1998, Marín Millie junto al abogado Contreras presentaron la primera querella contra el dictador Pinochet, dando pie a que decenas de víctimas de la persecución política se armasen del valor para emprender acciones judiciales contra los criminales del régimen. Nueve meses más tarde, el autócrata fue detenido en Londres.

A finales del siglo XX, Gladys se convirtió en la primera candidata mujer en disputar la presidencia, siendo inescrupulosamente desdeñada por los políticos tradicionales. «Lagos y Lavín, los desafío a debatir conmigo… ¡atrévanse!» decía el cartel con el que la dirigente comunista se manifestaba afuera del Hotel Crowne Plaza Santiago tras ser excluida del debate presidencial.

«La vida es hermosa cuando se toma una decisión y se lucha a fondo por ella. Y nuestra decisión es tener una vida sencilla pero feliz para todos, con tiempos para conversar, para leer, para reír, para estudiar, para cuidar la naturaleza y naturalmente para amar»⁶ fue uno de los últimos escritos de Marín Millie.

Finalmente, Gladys falleció el 2005. Tras una vida de lucha, la histórica dirigente izquierdista legó la prominencia de la acción de luchar incansablemente por la felicidad humana. Marín Millie mostró, con la fuerza del ejemplo, cuán relevante es oponerse a un orden de cosas ilegítimo y alzar la voz contra un mundo que es todo lo contrario a lo que debería ser.

En efecto, son pocas las figuras que logran trascender en la memoria colectiva, sobre todo en un país cuya historia ha sido -hasta nuestros días- marcada por la dominación. A casi dos décadas de la partida de Gladys Marín Millie, su infatigable lucha por el socialismo, la libertad y los derechos humanos la sitúan como una persona imperecedera para nuestro país.

Notas :

1. “Gladys Marín: ‘La vida es hoy y hay que vivirla plenamente todos lo días’”, Luis Suárez, Red en Defensa de la Humanidad, mayo 2004.
2. Ídem.
3. “Qué bueno provocar inseguridad”, Mauricio Carvallo, El Mercurio, 5 de diciembre de 1999.
4. “Gladys: ‘Vivo impaciente porque creo que los tiempos hay que apurarlos”, Marcia Scantlebury, El Siglo, 2003.
5. Confirmaron proceso a Gladys Marín, pero ordenaron su libertad provisional», La Época, 31 de octubre de 1996.
6. “Otro mundo es posible y necesario con fuerza de mujer”. Texto escrito por Gladys Marín en Cuba, durante su tratamiento contra el cáncer con motivo del 8M, 2004.

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