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“El Salieri de Aylwin o El Presidente que no fue”

A estas alturas, Boric se parece a esos débiles emperadores romanos débiles de carácter y faltos de ideas, cuya permanencia en el trono del imperio dependía exclusivamente de mantener contentos a las tropas de los centuriones, aunque aquello fuera en desmedro del desarrollo de otras necesidades de Roma. Ya no pasará a la historia como el “presidente joven que ama la vida y enfrenta la muerte”, sino, más bien, como un triste remedo, un burdo “Salieri de Aylwin”.

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Escribe Cristián Martínez Arriagada, Cientista político

“Queremos ya un presidente joven, Que ame la vida que enfrente la muerte. La tuya, la mía, de un perro, de un gato, de un árbol, de toda la gente”

Los salieris de Charly, Canción de León Gieco

Así muchos cantaban (sobre todo en la comuna de Ñuñoa) esta estrofa del tema de León Gieco, dedicándoselo a Gabriel Boric, después de que éste le ganara ampliamente en segunda vuelta a José Antonio Kast. Era el presidente más joven de la historia contemporánea, un representante de la “nueva savia” “la nueva política”, aquella que no transaría ni se vendería y que vendría a realizar las necesarias transformaciones sociales que la Concertación no quiso hacer durante 30 años, donde los viejos líderes de la UP (Insulza, Guatón Correa, Viera Gallo, y un largo etc) terminaron en turbia connivencia con la derecha pinochetista.

Sin embargo, el presidente que se subió a un árbol en su Magallanes natal, que había prometido una profunda transformación o refundación de Carabineros de Chile, terminó en su penúltima cuenta pública ofreciendo más ofertones a los uniformados, muchos de ellos salpicados por casos de corrupción y asociación ilícita, Eso sin considerar el profundo AMOR que parece profesarle Boric a Yañez, el comandante en Jefe de esas mismas fuerzas, quien está formalizado por su responsabilidad en sistemáticas violaciones a DDHH

De este modo, en la reciente cuenta pública, el “presidente que no fue” anunció más medidas para “fortalecer la seguridad pública”, enfatizando el respaldo que le da su gobierno a las policías, el que no se limita solo a lo simbólico con fotos y apretones de manos, sino que a un generoso aporte económico para los uniformados. Boric agregó, que se les dotó de el “mayor plan de adquisiciones en una década, incluyendo blindados, drones, detectores de droga, y una mejora de la flota vehicular y de armamentos (tal vez para que sigan sacando ojos a los manifestantes). Finalmente, anunció un incremento en la “gratificación de carabineros” que llegará a representar hasta un sueldo entero adicional al año”. Pero Boric también hizo un guiño a su propia “garra brava”, llamando a legislar a favor del aborto libre y la eutanasia (ambas leyes muy necesarias), aunque sabiendo que ese compromiso presidencial nunca verá la luz, ad portas de un ciclo electoral que ya se avecina.

A estas alturas, Boric se parece a esos débiles emperadores romanos débiles de carácter y faltos de ideas, cuya permanencia en el trono del imperio dependía exclusivamente de mantener contentos a las tropas de los centuriones, aunque aquello fuera en desmedro del desarrollo de otras necesidades de Roma. Con su prioridad por la Seguridad y amor por sus uniformados, Boric se parece cada día a Bukele, otro presidente Millenial y de prolija y arreglada barba, que tampoco tiene una ideología clara, y que solo se mantiene en su cargo a costa de emprender “una batalla contra la delincuencia”.

Pero, pare ser justos, no toda la culpa es del chancho (Boric), también es de quienes le dieron afrecho (el voto) y pensaron que sería una mezcla de Salvador Allende con Harry Potter, que con una varita mágica solucionaría profundos problemas estructurales en solo cuatro años. También hay que recordar que Boric proviene de una familia demócratacristiana, y aquello le aflora constantemente, como quedó de manifiesto es sus loas al inaugurar la estatua del “golpista” de Aylwin en la explanada de La Moneda, o para las exequias de Piñera, donde se excedió innecesariamente en palabras de buena crianza, dejando al ladrón del Banco de Talca casi como un santo.

A este “retrato político” de Boric habría que agregarle el problema más de fonde de nuestro sistema político, y que viene afectando negativamente desde hace décadas las distintas administraciones y gobiernos. En Francia, por ejemplo, la elección parlamentaria se realiza en conjunto con la segunda vuelta presidencial, de este modo las fuerzas políticas se organizan en torno al presidente y son capaces, aunque con dificultad, de ofrecerle una mínima mayoría en el Parlamento. En nuestro caso, cuando ganó Boric, los parlamentarios ya habían sido electos en la primera vuelta presidencial, de modo que Boric fue electo presidente sin saber a ciencia cierta con quienes podría contar para gobernar, por esa razón se creo esa alianza sui géneris entre Socialismo Democrático y Apruebo Dignidad. Es decir, en Chile un presidente puede ser electo por alta mayoría, pero tener a gran parte del congreso en contra. Y eso lo vivió Piñera y Bachelet, por la misma razón, sus promesas de gobierno terminan guardadas en algún cajón

Independiente del color del candidato presidencial y sus promesas, este es un dato que debería tener en cuenta el votante. Nos pueden prometer que nos pagaran el sueldo en oro, pero si se mantiene esta difícil relación entre Presidente v/s Congreso ninguna promesa de gobierno, incluso la más bienintencionada verá la luz alguna vez. Por su parte, Boric ya no pasará a la historia como el “presidente joven que ama la vida y enfrenta la muerte”, sino, más bien, como un triste remedo, un burdo “Salieri de Aylwin”.


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