Entre las frías cifras que intentan cuantificar el horror tras el Golpe Militar de 1973, emergen historias que interpelan a la memoria colectiva. La de Víctor Jara, asesinado en el Estadio Chile y arrojado a un sitio eriazo, es una de ellas. Su caso transformó ese lugar de olvido en un espacio de memoria. Doce años lleva un carnaval recorriendo las poblaciones, convirtiendo el dolor en resistencia y asegurando que nadie sea olvidado.
Los que hoy se dicen socialistas, están entregados al neoliberalismo, y solo representan la farsa y la traición a los ideales por los cuales otros verdaderos socialistas ofrendaron su vida, como Allende y el «El Huaico”, un héroe del pueblo.
La década de los 80´, sin duda fue muy agitada para el mundo popular y La Bandera aportó significativamente a que eso ocurra, abriendo el camino de las movilizaciones que emergen durante ese periodo y que terminan por ponerle fin (al menos narrativamente) a la dictadura de Pinochet.
«Hubo un brevísimo momento en la historia de Chile en que el país llevó el nombre de un hombre: Salvador Allende. Fue un destello de esperanza que soñó con mañanas distintas para los postergados, pero que el egoísmo y la avaricia, motores de la historia, apagaron a sangre y fuego un nublado martes de 1973. Esta es una reflexión sobre esa herida que aún supura, sobre la memoria de los vencidos y el peso imborrable de un sacrificio que los vencedores nunca podrán borrar.»
